miércoles, 27 de febrero de 2013

LO VALIDO PARA TODO NO PERJUDICA NUNCA A NADA

Aquello que beneficia siempre a Todo, no perjudica nunca a nadie. Esta frase obliga a todos a responder siempre y en todo caso, al cumplimiento del máximo deber necesario que sea válido para todo. El cumplimiento de esta obligación humana Natural, por ser norma de la creación, normaliza al ser humano que la practica; de donde se deriva la lógica deducción, de que: "el humano que no cumple la máxima necesidad válida para todo, no es normal, pues no es normado".

El ser normado que responde siempre, libre y voluntariamente motivado al cumplimiento del máximo deber valido que, por beneficiar a todos, no perjudica nunca a nadie, se libera del rechazo, de la acusación y del reclamo del resto. Al ser libre, por responder voluntariamente al cumplimiento del máximo deber valido para todo, se realiza responsable Este es el verdadero secreto de la humanidad, el verdadero misterio esperado por cada uno de los humanos. Esa es la verdadera realización del hombre libre, justo y responsable.

En una sociedad en la que todos, absolutamente todos, responden libre y voluntariamente al cumplimiento del máximo deber necesario, no existiría ansiedad o angustia. ¿Por qué ansiarse o angustiarse si todos, absolutamente todos los humanos están enfocados en el bien común y están todos dispuestos a resolver los máximos problemas? Si todos se enfocan en descubrir las máximas necesidades válidas para todo, no existirían necesitados, seríamos todos suficientes, es decir maduros. No existiría la extrema necesidad de sobreproteger, porque nadie va a privarte de lo que tienes, porque el enfoque humano es responder a las máximas necesidades válidas para todo. No existiría indiferencia, puesto que todos están maduros en responder al cumplimiento del máximo deber necesario.No existiría la ignorancia ni la arrogancia, ni la violencia ni la inapetencia. En ese ambiente de gente madura ¿Para qué sería necesario un policía o un militar? o ¿para qué serviría un notario o un abogado, un juez o un fiscal? ¿un psicólogo o un religioso  un político o un asesor? Cuantas profesiones innecesarias se ahorrarían en esa sociedad madura en donde todos y cada uno de sus miembros responden siempre, libre y voluntariamente al cumplimiento del máximo deber valido para todos?

lunes, 25 de febrero de 2013

PARADIGMA DEL VALOR, DE LA VIDA Y DE LA TRADICION




PARADIGMA DEL VALOR, DE LA VIDA Y DE LA TRADICIÓN



a-SIGNIFICADO DEL VALOR

El estudio del valor se conoce como axiología. Axiología es la filosofía del valor.
Decimos que la cualidad que nos satisface, de aquello que percibimos, comprendemos o utilizamos es valor; el valor,  se establece mediante la recíproca relación, entre un sujeto y un objeto, entre un ser humano y otro ser.
Existe un valor de contenido y un valor de forma, además, el valor depende del punto de vista, ya sea este temporal, inmediato, personal (posicional)o momentáneo, o atemporal global o universal. El valor también depende de la correlatividad entre un sujeto y un objeto. El valor no existe por sí solo, para brotar necesita de tres posiciones: (1) La intencionalidad o propósito de apreciarlo, (2) un apreciador y (3) un objeto apreciado.

 Luego de tantas variantes en la  apreciación del valor, podríamos deducir que el valor es relativo.
¿Qué determina lo absoluto o relativo del valor? Lo absoluto o relativo del valor lo determina la apreciación. Por ejemplo, bajo el punto de vista  parcial, y posicional de un individuo que observa una nube, este puede deducir, por lo que ve en la distancia, que la nube es blanca, o, que la nube tiene una forma y longitud determinadas. Pero cuando nos aproximamos a la nube, no sólo no encontramos forma  ni dimensiones, sino, que incluso no hallamos la nube. En este caso, la apreciación parcial, o posicional del individuo frente a la nube, es relativa a su propia percepción. Mientras que quien observa la nube bajo un punto de vista global, comprenderá que la nube es solo una respuesta a la necesidad de cumplir una razón. Que la nube es el resultado de un propósito específico, el propósito de completar un ciclo natural, coparticipativo con el orden natural de la creación, (ciclo fluvial). Bajo este punto de vista, la percepción de la nube se transforma en la recognición de una realidad constante universal, y eterna, por lo tanto absoluta.

Vivimos en un ambiente acostumbrado a asignar una existencia temporal, parcial, matérica y limitada, a los objetos y principios de la creación. Esto, ha generado en la conciencia humana, la tendencia al hábito de apreciaciones temporales, posicionales, parciales y relativas. La suma de estos fragmentos, ha  conformado en el hombre la        -sensación- de que todo es parcial y por lo tanto relativo. Por otro lado, la necesidad inherente de cimentarse sobre un postulado universal inmanente y eterno, obliga al ser humano al encuentro de los significados derivados de los misterios naturales.

Se nos explica que los seres nacen, crecen se multiplican y mueren. Por lo tanto, tomamos este mensaje como el propósito de nuestra existencia. Pero este mensaje no es suficiente para convencer a la necesidad intelectual del ser humano. Esta visión parcial, ha de completarse. Por sobre el hecho de que se nazca, se crezca o se muera, existe la realidad nostrina de satisfacer a un propósito, de responder a la necesidad de una intención creativo-constructiva, de responder a la razón de ser especie humana. Tanto el Yo como el Otro, pertenecen a la satisfacción de un Nosotros Compartido.
 Cada ser contiene un   propósito de conjunto y  un propósito individual. El propósito individual germina de los nutrientes adquiridos al satisfacer el propósito de conjunto. Del conjunto adquirimos sentimientos, conocimientos y experiencias. Cuando empatizamos con un sentimiento  agradable, lo adquirimos como valor de afecto, o de complacencia, a lo que podemos definir como belleza. Este sentimiento produce la sensación de estar en posesión de un bien, o alegría, por eso lo designamos como valor. Cuando reconocemos un contenido como verídico, lo adquirimos también como valor de verdad o de autenticidad. Este sentimiento produce  la sensación de estar en posesión de un bien, o sabiduría,  por eso lo designamos como valor. Cuando el objeto observado corresponde con lo que deseamos apreciar, lo adquirimos como valor de bondad (bien hecho, eficiente, útil). Este sentimiento produce la sensación de estar en posesión de un bien, o servicio, por eso lo designamos como valor. El valor contiene las cualidades de ser grato, verdadero y útil. Es agradable, es cierto y sirve, de no contener estos atributos, el sujeto rechaza al objeto y por lo tanto, para ese sujeto, ese objeto no contiene valor.

Valor esencial y valor actual

Observando esto, apreciamos en el objeto la presencia de un valor esencial y de un valor actual.
Valor esencial es aquella propiedad contenida en el objeto, que satisface las necesidades del sujeto, entendiendo al objeto como complemento del sujeto.
Valor actual es la experiencia  desprendida de la interacción entre el sujeto y el objeto.
Esta dualidad genera en la experiencia del valor un contenido estático (en el instante de ser apreciado) y un contenido dinámico (en tanto a que satisface a la necesidad de apreciarlo, motivando al mismo tiempo a seguir apreciándolo)

EXISTE VALOR DE CONTENIDO Y FORMA, VALOR ESENCIAL Y ACTUAL
EL VALOR  PRECISA DE CORRELATIVIDAD RECOGNICIÓN Y CORRESPONDENCIA Y PARECIDO
EL VALOR ES LA EXPERIENCIA DE UNÓN ENTRE ORIGEN Y CONSECUENCIA PARA LO CUAL SE PRECISA DE LA RELACION SUJETO OBJETO
                     
                                    valor esencial           designado por el propósito universal
                                                                                  --  absoluto --
valor de  contenido              valor de forma

                                     valor actual            designado por el propósito individual
                                                                                  --- relativo ---

El valor existe para servir al hombre. Si nos sensibilizamos un poco podremos comprender que el propósito de la emoción  es el de posibilitar la satisfacción del ser persona,  para lo cual, existe la capacidad de percibir las necesidades y retribuciones  propias del objeto apreciado. Emocionalmente el ser se satisface mediante el afecto y  la belleza.
El propósito del intelecto es el de permitir el conocimiento de las funciones, procesos y  razones que justifican la existencia del objeto de interés.
El propósito de la voluntad es el de permitir la creación de objetos de valor mediante el dominio sobre los impulsos e inhibiciones. Satisfacción, conocimiento y valor son los ingredientes de la felicidad y esta es el propósito del hombre y de la creación, para satisfacer este propósito se nos dotó de emoción, intelecto y voluntad. Emoción, intelecto y voluntad fueron creados para servir al hombre hasta satisfacerlo. La satisfacción es un valor.
El estándar de valor existe contenido en el propósito universal del objeto. El observador debe comparar su apreciación actual con el estándar del valor determinado por el cumplimiento del propósito de la creación. Para eso debe conocer clara y profundamente los principios de la creación, para obrar en su apreciación de acuerdo al  cumplimiento universal del propósito del objeto. El cumplimiento del propósito de la creación de ese objeto sería su estándar, y por lo tanto su valor absoluto.
Todo hombre fue creado para satisfacer su propósito de conjunto y su propósito individual mediante el intercambio de valor. Cuando la persona aprecia las facultades del “otro”, el “otro” valora su aprecio. Esta relación centrada en el encuentro con el valor, produce sentimientos de afecto, despierta el interés mutuo y motiva a continuar unidos en la relación. Por el contrario, el desprecio por el “otro” produce tensión, alteración, introversión y egocentrismo en quien desprecia,  al mismo tiempo que provoca rechazo a quien es despreciado. De esta manera se impide la experiencia del valor y con ello se pierde la motivación a continuar en esa relación.
El valor depende exclusivamente del aprecio, sin aprecio no hay valor. El valor de las cosas es proporcional al propósito que satisfacen, y el valor del individuo acrecienta el valor de lo que le pertenece.
Si alzamos la mirada al mundo nos damos cuenta de la cantidad de incongruencias que existen a nuestro alrededor. Vivimos en un ambiente donde lo ingrato nos resulta cada vez más agradable, un ejemplo de esto, es patente en la morbosa curiosidad por las noticias trágicas. Hacemos de lo que menos interesa  el objeto más interesante, un ejemplo, también se ve en el desarrollo y multiplicación de lo lúdico, los fanáticos de los partidos de fútbol, de  las telenovelas o la observación impávida de los anuncios de publicidad. Lo inútil pasa a ser lo más útil como las conversaciones sobre vanidades o “copuchas”, la lectura del diario, las estadísticas de las revistas de sociedad.
Sin darnos cuenta, abrimos las puertas de nuestras casas, al asesino, al ladrón, a la violencia, a la prostitución, al conflicto, a la desconcentración, a la tensión destructora del espacio familiar, que se nos enfrenta cara a cara en nuestros dormitorios, salas de estar o living comedor, bajo el sobrenombre de: televisión, telediario o semanario informativo, y cuyas imágenes hipnotizan e idiotizan nuestras capacidades intelectuales.
Por lo tanto es lógico observar a artistas, científicos y políticos, que realizan labores sin intención propositiva valórica. El arte por el arte, sin rumbo ni dirección, la ciencia por la ciencia, la política por la política. Es lógico, pensar que en una realidad ignorante de su propósito, el observador de la misma, ignore también a dicha realidad.
El arte de las diferencias desplaza a la armonía. La ciencia del entretenimiento desplaza la mirada al absoluto. La política del polémico desplaza a la política del estado. En esta sociedad, el artista no es artista por su belleza, sino por su choreza, el científico no es científico por sus verdades, sino por su choreza y el político no es político por su concepción idealista del estado, sino por su choreza. La Choreza, se transforma en el paradigma del común denominador social.

Propósito y valor

 Un objeto sin propósito es un objeto sin valor. Lo que no satisface, se abandona. La creación, arte, conocimiento o producto, hoy más que nunca, debe satisfacer al propósito del apreciador que lo construye, así como al propósito del apreciador que lo evalúa. El objeto que no se admira, no es digno de ser evaluado.
Decimos que el objeto que contiene mayor cantidad de elementos de apreciación que producen admiración es más valioso que el que contiene menos elementos de apreciación. Si esto nos parece sensato, debe ser también sensato pensar que el objeto creado por el hombre, que contiene mayor número de elementos admirables,  sea  de más valor que el objeto que contiene menos. Por lo mismo el propósito de la creación, debe  dirigirse hacia el logro de la máxima satisfacción y no  hacia el logro de la mínima impresión, o novedad.
El hombre necesita colaborar en la construcción de una sociedad sincera, donde se realice el valor de la autenticidad, una sociedad ética que muestre las bondades a niveles de excelencia y una sociedad artística donde el equilibrio de las diferencias nos ofrezca una  realidad admirablemente armónica. El creador debe ser gozoso, sufrido y constante en la consecución de un trabajo que produzca gozo, justicia y paz, para concordar de esta manera con los atributos de plenitud, Ley  y  Orden contenidos en la creación de la cual  él forma parte.

El proceso de la creación involucra una relación cruzada entre el proceso psíquico-orgánico y el proceso físico-químico. Ambas relaciones son inseparables en el proceso de la función vital del ser. Todo sistema orgánico contiene una fuerza conductual psíquica y  está compuesto por una estructura físico-química. Sobre esta afirmación se construye el fundamento del neovitalismo.
El neovitalismo actual, cimenta su postura sobre la estructura base de cuatro posiciones. Lo que indica, que las interpretaciones formales, fraccionales puras, solo son superficiales, por lo que se impone una consideración espiritual, para comprender la multitud de formas superpuestas de la naturaleza viva.
 Precisamos de una fenomenología existencial convincente y coherente con las leyes naturales. Köhler quiso probar, que en la naturaleza existía algo más que vínculos, y que, incluso el universo en general, debía ser considerado como ”Variedad en Unidad” El alma, dice él, se nos presenta como un proceso global, y en continua acción que no comporta nada aislado por completo. Driesch explica, que la comprensión del acto, debe ser hallada, mediante la reducción del todo en fracciones, que puedan ser asimiladas por un pensamiento lógico, hasta poder llegar a situarnos, frente a “una forma ordenadora irreductible”, es decir ante la vida y su entelequia. De tal forma nos encontraremos, frente a la originalidad de la causalidad global orgánica. Una formación psicoide o algo que se le parece al alma. (Si es que el alma puede ser determinada) La comprensión de nuestra realidad supondrá entonces el hallazgo de un gran valor, un valor irreductible y al mismo tiempo inmanente. El valor absoluto.

De la inmanencia y estándar del valor

El valor es una realidad inmanente que proporciona complacencia. Hablamos de valores absolutos, pero ¿qué es absoluto? Absoluto es todo aquello que es siempre y para todo. Lo absoluto contiene la totalidad en tiempo y en espacio, es siempre, en el pasado, en el presente y en el futuro y en todo lugar, arriba, abajo, al frente atrás, a la derecha y a la izquierda. Por lo tanto podemos afirmar que valor absoluto es aquello que nos complace siempre y a todos.
¿Qué es lo que nos complace siempre y a todos?
-La belleza  el amor y el afecto complacen siempre y a todos.
-La verdad, la honestidad y la confianza complace siempre y a todos.
-La bondad, de lo bien hecho, lo completo, lo perfecto, complace siempre y a todos.

La belleza, nos hace sentir en posesión de un bien  emocional que nos complace; la verdad, nos hace sentir en posesión de un bien cognitivo que nos complace; la bondad, nos hace sentir en posesión de un bien hecho, que nos complace. El bien es siempre  y para todos complaciente, por lo tanto la belleza, verdad y bondad son valores absolutos.
El estándar más elevado del valor, consiste en aquella experiencia  que no tiene opción por sobre ella. Por ejemplo: ¿qué sensación complace más, el placer o la plenitud? ¿Qué verdad es más universal, la razón o la ley? ¿Qué bondad o cosa bien hecha es más completa, la útil o la perfecta?
No hay nada más complaciente que la sensación de plenitud, ni más verdad que la ley, ni más completo que lo perfecto. Por lo tanto lo perfecto, la ley y la plenitud son  el estándar del valor absoluto, porque son válidos siempre y para todo.


Todo movimiento implica cuatro fuerzas ( Inicial, centrífuga, centrípeta, órbita), que producen tres dualidades:
Dualidad de positivo (+)  (-)  negativo, que es producto de velocidad en dirección. Dualidad de causa (carácter, contenido interno) y  efecto (forma externa) que establece tiempo.
Dualidad de sujeto (activo emisor)   y objeto ( activo receptor)    que establece  espacio entre ambos.
Podemos afirmar que todo movimiento implica 4 fuerzas, 3 dualidades y dos direcciones (vertical y horizontal). Movimiento es producto de una fuerza y  la fuerza  en movimiento establece  un  proceso origen división y unión. Origen (posición inicial) división (posición intermedia con relación a la posición inicial) y unión con la posición inicial. Esta es la realidad  del movimiento circular.

Todo valor establece un proceso origen división unión. El valor precisa de un origen (deseo por),  división (sujeto-objeto)    unión (complacencia).
 En la “producción” del valor, intervienen cuatro fuerzas:
-Fuerza Inicial    (fuerza del deseo por  valor)
-Fuerza Centrífuga  (sujeto que está  atento al valor,  se da por apreciar valor).
-Fuerza Centrípeta    ( sujeto que aprecia o recibe valor)
-Fuerza Orbital ( complacencia que produce el valor y estimula a buscar más)
En la  “producción” del valor, cada posición establece 3 dualidades:
Posición propósito-
1-propósito y sujeto,
2-propósito y objeto y
3-propósito y resultado
                                   Posición sujeto-
                                   4-sujeto y propósito
                                   5-sujeto y objeto
                                   6-sujeto y resultado
                                               Posición objeto-
                                               7-objeto y propósito
                                               8-objeto y sujeto
                                               9-objeto y resultado
                                                           Posición resultado-
                                                           10-resultado y objeto
                                                           11-resultado y sujeto
                                                           12-resultado y objeto.

La esencia de la física determina lo formal. Lo formal es el perímetro del contenido, y lo que determina lo formal es el contenido, por lo tanto lo esencial en la creación es el contenido que determina lo formal, y el contenido de la forma es el valor. La búsqueda del valor no se limita al pensamiento físico, se determina mediante el pensamiento absoluto.
Seamos sensibles por un momento, ¿qué es lo que nos atrae de  una forma cualquiera, ¿es su peso? ¿Su densidad? ¿Sus dimensiones? ¿Su forma o color?. Fabriquemos un maniquí de la mujer más bella con las mismas proporciones, peso, formas y colores. ¿Pensaríais  en estar con ese maniquí toda la vida?. ¿Y si encontráis a vuestra mujer más bella,  desearíais quedaos con ella toda la vida? ¿Cuál es la diferencia entre ambas, entre el maniquí y la mujer?. La diferencia está en que el maniquí sólo os ofrece una belleza formal y la mujer os ofrece el valor de correlatividad, correspondencia y parecido; os ofrece valores de belleza, verdad y bondad, que posibilitan la realidad del absoluto. Nosotros no sólo poseemos forma, también poseemos contenido emocional, intelectual y volitivo, por lo mismo para sentirnos plenos necesitamos del valor emocional intelectual y volitivo que nos complazca. Estos valores de belleza verdad y bondad y la necesidad del hombre por el valor, son absolutos. Pero dentro del valor existen diferentes niveles de apreciación
Veamos estos niveles de valor  se logra con:

Nuestra EMOCION               PLENITUD            MARAVILLOSO          SENSACIONAL
busca sentir amor y belleza     paternal              precioso                         *satisfactorio
y tanto el amor como la          conyugal           hermoso                           *sorprendente                                   
belleza se nos muestran           filial                  bello, lindo, bonito              * aceptable
en diferentes grados.               AMOR               BELLEZA

Nuestro INTELECTO                 LEY                        ABSOLUTO  E    INCAMBIABLE
busca conocer y comprender        razonable                                          etapa   racional
la verdad, y la verdad                   lógica                                       etapa de comprensión
también se nos presenta               intuitiva                                          etapa   perceptual
en distintos grados.                     VERDAD

Nuestra VOLUNTAD                EXCELENTE                 COMPLETO  o    PERFECTO
busca bondad, y la                    muy bueno                            etapa de lo   sorprendente
bondad también se                    correcto                                etapa de lo    satisfactorio
nos presenta en                          bien                                          etapa de lo    aceptable
distintos grados.                           BONDAD

El paradigma del valor reside en lo pleno,  lo verdadero o lo que es ley, y lo completo. Lo máximo, pleno, satisfactorio, lo verdadero, ley, absoluto y lo completo, total y perfecto, se desprende de la unidad con el valor absoluto. Valor, es la cualidad contenida en el objeto, que satisface la necesidad del sujeto que lo aprecia. Lo absoluto es aquello que es siempre y para todos válido. Y la máxima plenitud es válida siempre y para todos, el máximo conocimiento de la verdad o la ley es siempre y para todos válida, y la creación máxima en perfección completa es siempre y para todo creador, válida. Aquello que es siempre y para todos válido, tiene el poder y la capacidad de unir a todos en ese criterio, por lo tanto el ideal de la creación es válido siempre y para todos, porque contiene el planteamiento del proceso y estructuras que funcionan para producir los valores absolutos. Cuando hablamos de los principios de la creación, nos referimos a los siete requisitos fundamentales para crear y a las siete leyes fundamentales de la creación, que se fundamentan en el correcto crecer, multiplicarse y ejercer el dominio sobre las cosas. Por lo tanto el cumplimiento de los principios de la creación, produce valor absoluto, siempre y para todo válido.


b-LO  FEO LO FALSO Y LO MALO

Es obvio pensar,  que si valor es la cualidad que satisface, la ausencia de valor  produce insatisfacción. Si la insatisfacción,  proveniente de un objeto insuficiente que evaluamos emocionalmente, decimos que la sensación de insatisfacción, contiene fealdad,  o es fea  porque no nos complace, y no nos complace porque es insuficiente.
En el estricto sentido, la sensación no contiene fealdad alguna,  lo que ocurre es que el sujeto que percibe la sensación,  no aprecia la cualidad del objeto o no le satisface a pesar de que la aprecia porque en algo es insuficiente. Feo es sinónimo de desprecio. Llamamos feo a aquello que no aceptamos, o no nos gusta, y no nos gusta, porque no nos satisface, luego es insuficiente. Ahora bien, ¿quién determina la suficiencia o insuficiencia del objeto?. El mismo objeto, puede ser suficiente para otra persona. El hijo de la vecina, puede ser feo para mí, pero maravilloso para la vecina. El niño, es el mismo tanto para uno como  para el otro, pero la determinación del valor es personal.
 Aquí, debemos comprender las diferencias entre observación y apreciación. Observar es poner la mirada en algo, poner los sentidos en algo. Observamos los colores, las texturas, las temperaturas etc. De la observación apreciamos sensaciones gratas o ingratas. De las sensaciones apreciamos las gratas y despreciamos las ingratas. Apreciamos lo agradable, lo reconocible, lo complaciente, por la sencilla razón de que nuestra capacidad emocional, sólo es apta para recibir y admitir aquello que la satisface. Del mismo modo que la antena de radio, solo puede recibir las ondas en una determinada longitud, nuestra capacidad emocional, solo puede admitir las sensaciones que establecen afinidad, correlatividad y recognición semejante con la cualidad emocional que es el aprecio, o la unidad. Toda escisión que produce ruptura o dolor es rechazada por nuestra emoción. Nadie aprecia el dolor cuando le duele. Observan el llanto, pero la sensación de dolor es absolutamente rechazada por la emoción, a pesar de que en ocasiones puede ser aceptada por la conciencia en cierto grado. Pero no es conducta absoluta la admisión del dolor por la emoción.
Podemos observar lo feo, pero difícilmente podremos aceptarlo e interiorizarlo en nuestra emoción. En el estricto significado de apreciación: “apreciar es dar o recibir el valor de lo observado”la apreciación de la fealdad es imposible, porque lo feo no puede ser valorado por la persona. Decimos que persona es aquél ser dotado de libertad (capacidad de optar por la alternativa válida) dotado de autonomía (capacidad de ser uno con lo que es siempre y para todos válido, -Ley-) y dotado de responsabilidad (capacidad de realización completa del propósito de la creación, mediante su libre voluntad y autodeterminación)
A una persona, le es imposible apreciar lo feo, lo falso y lo malo. A pesar de que es posible observarlo, no puede apreciarlo porque no contiene los atributos necesarios para hacerlo.
La tendencia  maniquea, es inviable en las personas. Del mismo modo que la persona no puede despreciar el valor, tampoco puede apreciar la ausencia del mismo.
La persona ha sido concebida y creada para ser una con el valor, por esa razón es libre, autónoma y responsable.
Es imposible apreciar lo feo porque si lo aprecio estoy dando o recibiendo valor de lo que aprecio y por lo tanto si recibo o si ofrezco valor estoy sintiendo la satisfacción del mismo y eso me hace sentir  bien. Él sentirme bien es cierto y es bello. Por lo tanto, a pesar de que creamos lo contrario,  lo feo no puede ser apreciado porque apreciar es dar o recibir valor. No debemos confundir la apreciación del valor con la apreciación de la necesidad de comunicarlo.
En ocasiones ocurre que  conversamos sobre lo feo, lo falso o lo malo. Por ejemplo: dos personas se encuentran después de un partido de fútbol y uno le dice al otro “¡ mira que fue malo el partido, jugaron pésimo!”. Alguien diría que están apreciando lo malo que fue el partido, porque existe una “observación” del mismo; a veces confundimos el término apreciación de dar o recibir valor, con calificación, evaluación o análisis de una situación. En este caso no están apreciando lo malo del partido,  se está  evaluando o calificando una situación observada y están apreciando la necesidad de comunicarlo. El deseo de comunicar es bueno, pero el partido fue malo. El partido no se apreció porque no se valoró, muy al contrario se despreció, pero sí se apreció la necesidad de comunicarlo.
Si la insatisfacción proviene de un concepto u objeto que evaluamos intelectualmente, decimos que la sensación de insatisfacción es falsa. La falsedad tampoco existe contenida en el objeto o en la sensación. La  falsedad consiste en la insatisfacción intelectual debida a un juicio insuficiente o incorrecto o en desacuerdo con el receptor.
Es imposible apreciar un juicio falso. Esto es quizá más difícil de aceptar a primera vista,  puesto que es habitual emitir mentiras, pero decir una mentira no significa que  honestamente admites la veracidad de lo emitido. Lo normal es decir la mentira siendo consciente de su falsedad pero emitiéndola por  alguna  razón que la  hace necesaria. Nadie admite un juicio falso, sabiendo que es falso, por verdadero.
¿Cómo podemos decir que apreciamos la mentira cuando ya la estamos connotando de inválida? Podemos admitir algo que no es cierto, pero cuando lo admitimos estamos convencidos de que es válido. Tal vez después reconocemos que eso es falso, pero en el instante de admitirlo, lo aceptamos como válido.

Si la insatisfacción, proviene de un objeto que muestra imperfecciones, o que no es como esperábamos, decimos que es malo. Malo es todo aquello que no reconocemos, que nos produce insatisfacción o daño. Malo es aquello que no establece un orden con nuestras expectaciones, porque no nos satisface. Lo malo, tampoco está en el objeto,  no existe el objeto malo. Quien califica lo malo no es el objeto en sí, sino el sujeto insatisfecho. Lo que para uno es malo, para otro puede ser apreciable y satisfactorio. Lo malo, lo falso y lo feo son meros niveles de insatisfacción en el apreciador, por lo tanto no podemos definirlos como valor, porque no satisfacen. Lo malo, es una insuficiencia, lo falso, es un ocultamiento de la verdad o una incorrección  y lo feo, es  aquello que produce una insatisfacción. La insatisfacción está lejos de la plenitud, la falsedad está lejos de la ley y lo malo está lejos de lo completo. El  estándar  absoluto de valor reside en la plenitud, en lo que es siempre y para todo válido, es decir en lo que es ley,  y en la bondad de la excelencia completa, en lo perfecto.

c-EL BIEN  Y EL MAL

El conflicto entre el placer y el dolor se transforma en el conflicto que se expresa en los términos de “lo bello y lo feo” “lo verdadero y lo falso” y “el bien y el mal”.
G.E.Moore en su Principia Etica  (1903) nos dice que el bien   es un concepto simple, indefinible, y no-natural. Y, separa el bien intrínseco del bien como un medio transitorio. El bien como fin no existe, sólo existe la apreciación temporal del bien.
 Diciendo que el bien es un concepto  “no-natural ”, Moore desea acentuar la diferencia que según él, existe entre concepto y una propiedad empírica cualquiera. Moore explica que el hedonismo, debe su éxito al “sofisma naturalista” según el cual, se supone, que el placer esta envuelto de alguna forma, en la definición del bien y que se debe a una confusión de la opinión plausible, según la cual, toda cosa intrínsecamente buena, contiene algo de placer, con la errónea, de que este bien, es siempre proporcional al placer. Sin duda, el utilitarismo exacerbado de Moore, impidió comprender las variantes en la apreciación, al considerar al valor potencial en sí mismo como objeto aislado del sujeto que lo aprecia.

Benedetto Croce explica, lo negativo como no inexistente. El concepto del bien, se basa en lo apreciado, entendido, o aceptado y el concepto del mal se basa en lo no apreciado, no entendido, o no aceptado, por lo tanto, el mal no tiene existencia. Según Croce, es imposible querer el mal por el mal, porque, el que quiere  verdaderamente,  lo que quiere, es el bien siempre, porque para quererlo debe apreciarlo, entenderlo o aceptarlo.
Hastings Rashdall (1858-1924) en su libro “El Bien y el Mal ” expone la concepción del utilitarismo ideal de la manera más completa posible. Clasifica como los tres valores intrínsecos esenciales a: LA DICHA o (el bien por parte afectiva) LA VERDAD o ( el bien por parte cognitiva)  y LA VIRTUD o (el bien por parte volitiva)
Tanto la experiencia de la dicha, como de la verdad o la virtud, son gratas y apreciables, puesto que contienen una dosis de valor, que posibilita la satisfacción del apreciador. Cuando la necesidad, interés, o deseo del apreciador, encuentra  algún grado de satisfacción en la sensación, concepto, u objeto apreciado, decimos que este se halla en posesión de un bien. Este “bien” se nos presenta,  dependiendo de nuestra apreciación como verdad ética,   (gozo)  verdad científica,   ( ley )   o verdad estética,   (orden ) .
La ética, la ciencia y la estética, son percepciones próximas que operan mediante principios paralelos, el principio de la correlatividad, reconocimiento y correspondencia o parecido.

El británico  I.A. Richards, especialista en literatura inglesa, quiso demostrar que la experiencia estética, no debe considerarse como una actitud mental, diferente a la  científica o ética. El piensa, que la finalidad y  criterio del arte, residen en la capacidad de añadir una armonía más a la forma, en cómo se realizan algunos diversos impulsos e inhibiciones.
Pensadores adscritos a la objetividad en la ética y en la ciencia, han optado por la subjetividad en la estética. Históricamente el problema de la objetividad y subjetividad ha encontrado una mayor discusión en términos estéticos y éticos.

conclusión
Para concluir  podemos decir  que el bien, es todo aquello que satisface una necesidad (gozo), interés  (justo), o deseo (orden), dirigidos en pro del incremento valórico, y que el valor es un deber  inmanente. El valor reviste un carácter de necesidad absoluta y de validez unilateral.
También debemos comprender que el valor de lo creado, lo aprecia el ser humano y este tiene dos propósitos, uno individual y otro de conjunto. Por un lado tiene el propósito de dominar la creación (lo que ordena con lo creado)  y por otro, el  de adquirir felicidad en su dominio. Esto le conduce a tener dos tipos de deseos, uno por realizar valor,  ( para él y ante los demás) y otro por buscar valor. (buscar alegría hallando valor en la creación)

 Cualquier propósito permanece sin sentido, a no ser que sea actualizado. Este es el porqué estamos motivados a realizar trabajos fruto de nuestro deseo por encontrar valor.
 Decimos que los valores de belleza, verdad o bondad, son absolutos en sí, pero  esta  afirmación no es correcta. Decimos que los valores son absolutos, no porque su contenido sea absoluto, sino porque son absolutamente necesarios.
 El contenido del valor es potencial, se muestra en distintas facetas, emocional, intelectual o volitiva, y en cada faceta existe contenido un potencial de nivel o estándar variadísimo, por lo tanto el contenido del valor es correlativo, o correspondiente con el estándar de apreciación, en la faceta que interesa al sujeto que lo percibe.
Lo absoluto del valor reside en la necesidad que el sujeto siente por él y en la experiencia de complacencia que se deriva del mismo.
La necesidad por el valor de la belleza, de la verdad y de la bondad es absoluta. La apreciación de las bondades del objeto, varía de acuerdo al sujeto que las percibe.
Por sobre la apreciación del sujeto que percibe el valor de lo bueno, o del bien, existe un estándar absoluto de conciencia del bien, así como también existe un estándar absoluto de conciencia de verdad y de belleza. Este estándar reside en el origen de la creación, en la personificación de la Causa creadora o sujeto del hombre. El hombre como objeto creado por el Creador, también contiene una porción de la conciencia original, donde se encuentran contenidos los atributos de belleza, verdad y bondad absolutos, pero en el estándar de desarrollo personal del individuo, y con la capacidad de madurar hasta igualarse con el nivel de lo perfecto, esto es lo que posibilita una correlatividad, recognición y correspondencia o parecido entre el hombre y su creador. El objeto observado por el hombre, contiene también el valor potencial de establecer la correlatividad, reconocimiento y correspondencia o parecido con él, de esta forma  adquiere el hombre el valor de lo apreciado, comprendido o realizado.
 Lo que está bien, es aquello que reconocemos y nos satisface, si nos satisface es porque lo reconocemos, si lo reconocemos es porque lo contenemos. Si lo contenemos, todo lo que nos satisface es similar a lo que somos. Apreciamos la belleza, porque contenemos belleza; apreciamos la verdad, porque somos contenedores de verdad; apreciamos la bondad de lo bien hecho, de lo completo, porque somos completos.
 El valor existe como necesidad absoluta, eterna e incambiable y es sólo después de satisfecha esa necesidad que el valor se hace realidad. Por lo tanto lo bueno, el bien, lo bello, o lo agradable, y la verdad o lo cierto, no existe antes de satisfacer la necesidad de un apreciador. El bien, es aquello que produce un gozo pleno, justo y ordenado correlativamente con el apreciador.

d- LA VIDA
 En el más amplio sentido de la palabra, vida, es el conjunto de fuerzas que permiten la satisfacción de un propósito. El propósito del hombre, de los animales, de las plantas, de las moléculas, átomos y partículas. Todo aquello que se mueve de manera autónoma (auto = sí mismo, nomo = de acuerdo con la ley) contiene vida o fuerzas que permiten y posibilitan la realización de su propósito.
Las fuerzas que permiten la consecución del propósito de la vida humana son dos: la fuerza del afecto y la fuerza del instinto. La primera se comprende como el conjunto de fuerzas que permiten la unidad emocional, intelectual y volitiva. La segunda, se entiende como el conjunto de fuerzas que permiten las funciones, procesos y sistemas de nutrición y desarrollo del cuerpo físico.

Para satisfacer al propósito individual y de conjunto, que es el medio, que nos permite desarrollar la capacidad afectiva, es necesario del ejercicio del aprecio, recognición y realización del encuentro con el valor mediante establecer relaciones en unidad. El propósito del desarrollo es el vínculo con el propósito de la creación.
Para satisfacer el propósito del desarrollo espiritual, es preciso del vínculo en unidad con el valor, en paz y de manera responsable. Para satisfacer el propósito del desarrollo  físico, es preciso de nutrientes, ejercicios y funciones que faciliten  el desarrollo del cuerpo físico.
Ambos desarrollos, precisan de la capacitación ordenada, en consonancia con los principios de la creación.

e-LA FUERZA DEL AFECTO Y LA FUERZA DEL  INSTINTO
En el reino animal, la fuerza del instinto conduce de manera automática las funciones vitales del animal, el animal sabe cuanto debe comer, cuanto ha de beber y cuando, como y con quién ha de obrar su ejercicio copulativo, reproductor.
El ser humano, ha llegado hasta el extremo de ignorar los límites de sus funciones instintivas. Por ejemplo, existen  personas que no saben con quien,  con cuantos, o de qué manera deben tener relaciones sexuales o  reproductoras. Es más, en algunos casos, no entienden si es, o no es necesario del uso del aparato reproductor. Unos lo utilizan para jugar con él, otros para intercambiarlo con gentes de su mismo sexo, otros utilizan el órgano sexual, para cualquier cosa, menos para satisfacer su función  reproductora. La ignorancia en cuanto a la función y  propósito del órgano sexual, ha guiado al ser humano a su condición de homínido, perdiendo con ello su cualidad de persona. Recordemos que persona es el ser libre, autónomo y responsable. El uso impropio del sexo, condena al hombre a un estado de dependencia del instinto, de ignorante de la ley y de irresponsable, por lo tanto transforma a la persona en homínido, rebajándolo por debajo del estándar instintivo.
El  instinto humano, ha de ser dominado y conducido por la fuerza del afecto. No basta con el instinto para ser humano. De hecho, si se utilizara únicamente el instinto en el hombre, sería muy probable que  dirigida por la fuerza del instinto, la humanidad entera se autodestruyera. Un hombre sin prudencia, sin justicia y sin templanza, sería el peor enemigo de toda la creación.

Es difícil encontrarse con animales que padezcan de bulimia o de anorexia, o de homosexualismo y lesbianismo, difícilmente un animal ejercita el acto de copular, fuera del periodo de celo. Estas regulaciones automáticas no las tiene el instinto del hombre y por lo mismo es un hecho que un hombre sin conciencia capaz de dominar el instinto, es un ser sin vida, un fracasado, un ser al servicio de su propia destrucción.
El hombre ha de dominar al instinto con la fuerza del afecto. Para eso es necesario del conocimiento del valor y de las leyes fundamentales de la creación. Una vez comprendidas las leyes de la creación y el funcionamiento de la relación correcta, el joven debe ejercitar la posición conductora de su mente sobre sus instintos. El instinto es tu competidor; su intención es siempre la de sobrepasarte. La de tomar la posición directiva. Él tiene tanto interés en madurar y en beneficiarse, como tu conciencia.
El periodo de crecimiento del niño está repleto de momentos donde el instinto conduce a la conciencia del afecto, la supera, la sobrepasa. Mirad lo que ocurre en un cumpleaños y veréis cuantos niños son dominados por sus instintos.
¿Cómo se domina al instinto? Mediante condiciones, al instinto sólo puede dominarlo la determinación de ser su conductor. Esta determinación se desarrolla con esfuerzos o condiciones de tiempo, durante el cual el instinto es sujeto a la dirección de la persona que lo conduce. Por ejemplo, el ejercicio físico es una manera de desarrollar la determinación en el joven y de generar en él una actitud de dominio sobre su cuerpo. El utilizar una agenda donde se cumplen las tareas del día, es otra condición. El ordenar la alimentación, el sueño y el  trabajo son otra condición. Estas condiciones reestablecen la posición directiva de la conciencia del individuo sobre su cuerpo.
La conciencia es una entidad autónomo-selectiva-reflexiva cuya función persigue y se dirige hacia el valor.
 La conciencia, dispone de los atributos emocionales, intelectuales y volitivos para el encuentro con el valor. La conciencia es directora y conductora del proceso y estructuras que establece en su camino hacia el valor, para proteger, y asegurar el logro de su esperanza, dispone de tres servidores:
La prudencia, servidor que protege a la intencionalidad, para que, al hacer uso, de su libertad de opción, esta pueda elegir la alternativa válida. La misión de la prudencia es la de proteger la elección para que la opción sea la correcta. Otro servidor es:
 La fortaleza, que protege la consecución del logro. La fortaleza esta al servicio del cumplimiento del propósito. Con el uso de fortaleza se cumple el propósito. Pero para cumplir cualquier propósito es necesario de superar la tentación del periodo intermedio (división) esta es la función del servicio de la fortaleza. El tercer servidor es:
 La templanza. Siempre cabe la posibilidad de que el objeto no reciba lo suficiente y de que se extralimite, para lo cual es necesario de cierta flexibilidad en el sujeto. Esta flexibilidad es la templanza que facilita la consecución del logro aún en situaciones donde el objeto se extralimita.
En el interior de la base de cuatro posiciones, se establece una fuerza por la unidad, entre las posiciones de causa y efecto, y de sujeto objeto, a esta fuerza la conocemos como el celo. El celo es la fuerza que une, así como el afecto y el amor.
Celo, afecto y aprecio son tres calificativos para la pretensión de la unidad.
Sentimos celos de quien amenaza nuestra unidad.
 El celo, podemos decir que es el protector de la unidad, pero el celo únicamente busca la unidad. La diferencia entre el celo y el afecto está en el hecho de que el afecto se da por el beneficio del otro, mientras que el celo, se da cuenta de que la unidad con el otro, está siendo amenazada. El celo surge cuando la unidad se descarrila, cuando se establece fuera de los márgenes de lo correcto. Por eso decimos que el celo es un servidor que surge para proteger la unidad.
Este es el servidor más difícil de dominar, porque aparentemente pretende la unidad, pero en algunos casos impulsa a la unidad antes de tiempo, o fuera de lugar. El celo puede desposicionarnos y descontrolarnos. Esta es la razón por sobre la que descansa, el propósito de dominar al celo, previo a la relación copulativa.
La persona que establece su relación copulativa, después de dominado y posicionado el celo, realiza la unión entre sujeto y objeto al servicio del cumplimiento del propósito de la creación, lo que determina a la estructura base de cuatro posiciones, como pura, completa,  verdadera, auténtica, autónoma, libre y responsable.

El estándar paradigmático de la vida, reside en el dominio de los servidores. La persona que logra dominar la prudencia en la opción, va a elegir siempre la alternativa válida. La persona que domine la fortaleza, llevará a término todas sus empresas. La persona que domine la templanza, será capaz de afrontar cualquier dificultad, sin perder los estribos. Y el hombre que domine el celo, podrá decirse puro y auténtico en el amor. La función del hombre, radica en tomar el punto de vista de Dios en todo y siempre. Eso quiere decir que en cada opción debe tomar el punto de vista que beneficie al todo y siempre, por sobre su propia opción personal. Para eso ha de aprender a sacrificarse y a negarse a sí mismo. Radica también en mantener el dominio de su posición. Ya sea esta de sujeto o de objeto en la acción, y de mantener la posición correcta. Además ha de ejercitar el bien, multiplicándolo entre sus inmediatos. Por sobre todo ha de controlar y dominar al instinto. Si se entrega a los deseos del instinto, es fácil que pierda su condición de ser humano y se transforme en veleta. La veleta no tiene rumbo, ni dirección.

f-TRADICIÓN VALORICA
El ejercicio de la verdad, de la bondad y del afecto, se transmite de generación en generación, eso crea tradición. La educación del ser humano pretende capacitar al individuo con los atributos que completen su autenticidad. Un hombre o mujer auténtico, es aquel o aquella que satisface a la voluntad del propósito para el cual ha sido creado. El hombre ha sido creado para convertirse en la unidad de la significación máxima, es decir en el centro de las actividades físico-espirituales, o psico-físicas.
El propósito del hombre, es el de convertirse en uno con los valores de plenitud, ley y completación, para lo cual ha sido dotado con las capacidades de libertad, conocimiento y dominio. Libertad para poder optar por la alternativa válida, conocimiento para encontrar la razón y la ley y dominio sobre sus instintos. Para encarnar esta realidad el ser humano ha de capacitarse y  educarse.
Lo absoluto, es decir aquello que es siempre y para todos válido, nos muestra un carácter incondicional universal. Todo aquello que es válido es válido para todos siempre, eso lo connota de incondicionalidad. Por lo mismo El ser humano ha de educar su carácter en el desarrollo de la incondicionalidad. Debe educarse en el darse por el beneficio del todo siempre y para todo. Lo absoluto, aquello que es válido siempre y para todos tiene la cualidad de multiplicarse.
Todo aquello que es válido, produce valor y ese valor busca reproducir su validez. Por lo tanto el ser humano debe educarse en la correcta multiplicación, en aquella multiplicación que es completa, correcta o verídica y plena para todos siempre. Lo absoluto, aquello que es siempre y para todos válido, ejerce un dominio sobre la creación, puesto que todo lo creado busca valor. Del mismo modo el ser humano debe educarse en el ejercicio del verdadero dominio, dominio sobre sus impulsos y sobre sus inhibiciones y dominio sobre sus instintos.
La educación es acumulativa en el hombre. Aquellas mejoras de una generación benefician a la generación posterior. El esfuerzo de uno, significa el descanso de muchos. El descubrimiento de uno, puede aliviar los dolores de muchos. El heroísmo de uno, permite la autonomía del todo, etc. etc.
Tradición es el conjunto de afinidades ideológicas, de criterios y normas de conducta, o pautas de comportamiento generadas por el conjunto de personas, que componen una entidad social.
Toda educación está basada en un ideal. El ideal del ser humano es el de encarnarse en la experiencia de plenitud, ley y responsabilidad. Para eso es preciso de significar la incondicionalidad paternal del corazón maduro, siendo capaz de empatizar con cualquier otro, sea este mayor o menor, de una clase social u otra, y de unas características u otras. La empatía con el padre, aproxima al joven a la identidad del padre.
La educación ha de enseñar al joven a sentir como padre, a comprender como padre y a actuar como padre. Esta es la mejor forma de crear familia.
La educación, debe hacer hincapié, en la educación de la norma de conducta. En el cómo ubicarse frente a los demás. En una familia, existen tres niveles, el nivel de los hijos, el nivel de padres y el nivel de abuelos.
Jerárquicamente hablando, la posición de conductor o director de la familia, la poseen los padres, pero cuando los hijos de estos padres se casan y tienen hijos, transforman a estos padres en abuelos. Los abuelos son entonces los conductores de la familia.
 En nuestros días, compartimos la realidad con padres y abuelos naturales, pero no podemos llamarlos, ni padres ni abuelos espirituales. Nos dieron vida física, pero no nos dijeron claramente cual es nuestro origen, identidad, ni propósito. No nos educaron en la tradición de lo que es siempre y para todos válido, es más, tanto nuestros padres como nuestros abuelos, están tan confundidos como cualquier padre o abuelo de cualquiera. Eso nos obliga a cada uno de nosotros a emprender heroicamente el camino de la restauración de la paternidad.
Ahora  que sabemos cómo ser auténticos, debemos transformarnos es personas que encarnen los atributos de la incondicionalidad frente, a lo que es siempre y para todos válido; que encarne el criterio razonable de lo que es ley, encarnando en nuestras relaciones la realidad fundamental del Universo. Obrando y adquiriendo criterio, en base, a la ley del dar, y a sus siete leyes fundamentales, o leyes de la creación. Y por último es preciso encarnar el dominio sobre los instintos y servidores espirituales.
Este yo reformado o restaurado, que muestra libertad, seguridad y dominio en su quehacer diario, durante el tiempo prudencial como para afirmarlo como sólido en el ideal, o consolidado en el valor absoluto, estaría listo para iniciar su camino de desarrollo conyugal y paternal con su pareja.
 De esta unión incondicional con su pareja, brotarían hijos incondicionales, hijos que verían al padre como verdadero, no sólo porque es su padre natural, sino porque además lo nutre espiritualmente con una educación del corazón, una educación de la norma y una educación del dominio sobre su instinto y sobre sus servidores (prudencia, fortaleza, templanza y celo)
 Este nuevo modelo de padre que opera en función de lo absoluto, se transforma en modelo no sólo para su familia, sino también se transforma en modelo social, puesto que dentro de su incondicionalidad hacia los demás, estos verán en él al ejemplo a seguir, al maestro, al líder y al padre ejemplar.
El ejemplo de este padre reformado, o restaurado pasa a ser tradición, puesto que se convierte en el ejemplo a seguir.


g- CONCIENCIA DE VALOR
Conciencia es una entidad autónomo selectiva y reflexiva, (en el sentido que busca el reflejo de su entidad, para unirse con él  en complacencia)
 Conciencia es la propiedad de formular juicios normativos e inmediatos sobre la cualidad contenida en el objeto, que satisface al sujeto de conciencia. La conciencia es ser, conocimiento del ser y correlatividad con el ser.
Cuando hablamos de conciencia, estamos refiriéndonos al estándar paradigmático de plenitud, de ley y de perfección absoluta. La conciencia encierra en sí misma atributos paradigmáticos de belleza, verdad y bondad. Todos ellos contenidos en la conciencia o entidad autónomo selectiva que está enfocada hacia el valor. Conciencia y valor, valor y conciencia, son inseparables. El conductor del ser, es la conciencia del ser.
El contenido de la conciencia es consecuencia del contenido universal de lo absoluto. Conciencia es  estándar paradigmático de lo que es siempre y para todo válido, es una porción del estándar absoluto del valor. Conciencia es valor. Sin valor la conciencia anula su razón de ser. La conciencia sólo puede ser, en tanto en cuanto es valor. El ser discierne en función de comparar lo que aprecia, con el estándar de conciencia original o de conciencia adquirida que posee. Sin conciencia, no se puede discernir. Sin conciencia del valor no hay valor, sin conciencia de la belleza, no hay belleza, sin conciencia de la verdad, no hay verdad y sin conciencia de la bondad, no hay bondad.
Si, en la conciencia se encuentra nuestro estándar paradigmático de la belleza, de la verdad o de la bondad, "canon de la inducción" ¿Cuál es ese estándar?
El nivel más elevado de belleza es el grado de complacencia plena. La Plenitud es imposible de superar. El grado más elevado de satisfacción es la Plenitud, por lo tanto el grado de conciencia de la belleza más elevado, es el grado de Plenitud.
El nivel más elevado de verdad es aquello que es siempre y para todos válido, y a eso se le denomina Ley. Ley es el estándar  más elevado de la razón, es el estándar más elevado de verdad, por lo tanto la conciencia contiene el estándar paradigmático de la Ley.
El nivel más elevado de la bondad es aquello que está completo o perfecto, por lo tanto el nivel o estándar paradigmático de la conciencia de la bondad es lo perfecto o lo completo.
Lo completo lo que es ley y lo pleno son los niveles de comparación con los cuales discierne la conciencia, para apreciar el nivel de valor de cada uno de los objetos en estudio.

La Conciencia contiene además el sentido de identidad. Reconoce lo que le pertenece porque en potencia, contiene todos los atributos y capacidades para ser. Ser pleno, ser reconocido y ser completo. Todos deseamos sentirnos plenos, sentirnos reconocidos y ser completos. Este deseo está en cada conciencia de cada ser. Es el sentido de identidad contenido en cada uno.


Puesto que la conciencia no es del dominio humano, el humano únicamente debe realizarla de manera auténtica y completa. Para eso ha de madurar el sentido de la incondicionalidad universal, ha de madurar en la recognición de las leyes fundamentales del universo, y ha de madurar en el dominio sobre la creación. De esta manera adquiere las características originales de ser libre, seguro y responsable. Ese es el grado de conciencia, y la clase de conciencia que podemos llamar original. Esta conciencia estaría lista para unirse con la protoconsciencia cósmica a la cual pertenece.

Toda conciencia incompleta, irreconocible e insuficiente, ha de completarse, mediante el ejercicio de la colaboración directa o indirecta, con otra conciencia que se encuentre en estado inconsciente. Esto es un poco difícil de realizar, porque generalmente la conciencia está operativa en la persona a la que pertenece. Y encontrar el momento adecuado como para conducir a la otra persona a realizar algo que te beneficie, es muy difícil. Por lo tanto es preferible realizar el desarrollo de la maduración de la conciencia original en vida, mientras se está en el ambiente físico.

El hombre ha de perseguir la experiencia de la conciencia Plena, de  la conciencia sabia en la comprensión de lo que es Ley, y de la conciencia que es completamente perfecta, madura y completa.
Ha de perseguir el llegar a ser un verdadero padre, un verdadero maestro y un verdadero líder.     La perfección reside en lo absoluto en lo que es siempre y para todos válido.


h- EL VALOR MORAL,
Donde hay más de una visión, hay división. El valor moral, es producto de la relación entre conciencia y conducta. Cuando la conducta de la persona obedece, es coherente y corresponde con el estándar universal del valor absoluto, contenido en la conciencia original del individuo, aparece el valor moral, en su estado más noble.
La moral del individuo ha de estar en sintonía correlativa con los Principios de la Creación. En sintonía con las funciones posicionales y con los procesos cumplidos de acuerdo a dichas funciones originales. Es decir : La moral del individuo ha de fundamentarse sobre la conducta afectiva, confiada y completada, siempre y para todo.
La conducta moral del individuo, ha de realizar en él un ser válido, autónomo y responsable. Para lo cual ha de poseer la conciencia del valor absoluto, el conocimiento de la verdad absoluta y ejercer la tradición absoluta de la unidad completa.
La persona poseedora de estos valores en su conciencia, operaría siempre en beneficio de su mente y de su cuerpo. Beneficiar a la mente, es poner al pensamiento, al propósito, a la necesidad, interés o deseo, en la posición de dirigirse siempre hacia el logro de una intención válida, correcta y completa. Por esta razón es necesario hacer uso del dominio sobre la prudencia, sobre la firmeza y sobre la templanza. El hombre, que domina a estos servidores, puede superar al celo, y transformarse en un individuo moralmente maduro.

i-EL VALOR ETICO
Donde hay más de una visión, hay división. El valor ético, se desprende de las relaciones interpersonales. Las relaciones entre personas, tienen dos direcciones, una vertical, de arriba abajo o de abajo a arriba, y otra horizontal de izquierda a derecha o de derecha a izquierda, frente y atrás. Mientras que la relación vertical es solamente una, arriba abajo, la relación horizontal es doble; por un lado es de izquierda a derecha y por el otro lado es frente y atrás. Una dirección es frontal y la otra es perpendicular a esta.
¿Quién ocupa estas posiciones en la relación interpersonal? El padre e hijo, o los padres e hijos, ocupan las posiciones de verticalidad, ¿Porqué? Por ser los hijos creados por los padres. Al ser creado, se establece la relación de causa y consecuencia. La realidad entre causa y consecuencia se mide en tiempo. Tiempo es proceso y por lo mismo, vertical.
Por lo tanto la relación de padre a hijo o de superior a inferior, o de mayor a menor, es siempre vertical.
La posición horizontal, la ocupan los hermanos, cónyuges y amigos. Al frente los mayores, los más viejos y atrás los más jóvenes o los menores. En una relación de producción, tienes al frente a los más expertos en el tema y atrás a los menos expertos, siendo ambos productores. Por lo tanto en un estrato horizontal, existen las posiciones de al frente o más experto y atrás menos experto, y, derecha del padre o director e izquierda del padre o dirigido.
La normativa funcional de la dirección vertical, es la de que el hijo ha de ser siempre leal y obediente absolutamente al padre, y la de que el padre siempre ejerce una conducta afectiva, sincera y responsable hacia sus hijos, lo que produce una actitud de piedad filial en los hijos.
La normativa funcional de la dirección horizontal, es la de que el sujeto, seduce con afecto incondicional, persuade con verdad y motiva con el ejemplo de lo bien hecho al objeto, quien retribuye con lealtad voluntaria e incondicional.
Fruto de esta normativa conductual, aparece la ética en las relaciones. La ética liga a las personas en el valor. Por lo mismo, si pretendemos el desarrollo ético de las personas, estas han de comprender y obrar siempre en función del valor que es siempre y para todos válido.
Las relaciones interpersonales, han de estar basadas en la visión de la unidad, de la verdad y de la paz. Esta visión permite a la persona solidificarse y madurar completamente, para lograr después, la unidad familiar. Permite a las familias adquirir un estándar de satisfacción plena, de confianza absoluta y de maduración completa, para lograr después la unidad social. Permite a las sociedades, alcanzar un estándar de madurez, en la confianza y en la paz, desarrollando al máximo los potenciales productivos de su sistema, para lograr después la unidad nacional. Permite a la nación, alcanzar el más alto estándar de libertad, de seguridad y de productividad, para alcanzar después la unidad continental. Permite al continente alcanzar un estándar de madurez en la validez, en la seguridad y en la productividad, para lograr después la unidad mundial, universal y cósmica. Este es el propósito de la ética en las relaciones.

j-EL VALOR ESTETICO
Donde hay más de una visión, hay división. El valor estético se fundamenta en el trabajo bien hecho y completo. Lo bien hecho es aquello que satisface al creador y al apreciador, pero para que sea universalmente reconocido como bien hecho, ha de satisfacer al Todo y siempre, para lo cual es necesario que el objeto creado esté completo. Lo completo, lo reconocible y lo plenamente satisfactorio, es bueno. Esto nos indica que lo inconcluso, lo irreconocible e insatisfactorio, no lo es. También podríamos apreciar esto desde el punto de vista, de que lo completo, lo reconocible como verdadero y lo plenamente satisfactorio, es bello. Y por supuesto, lo incompleto, lo irreconocible y lo insatisfactorio, no lo es.
El valor estético, contiene tres atributos en sí mismo, el atributo de lo bello, de lo cierto y de lo bueno. El bien, la verdad y la plenitud, son tres estados del valor estético. Aquello que es verdad, satisface y está bien; aquello que está bien, satisface y es verdad; y lo que satisface, generalmente es verdad y está bien.
La estética persigue la creación completa. Completo significa, pleno, reconocible y perfecto. A la búsqueda del valor de la excelencia, de lo supremo y de lo completo, se le denomina estética.
Lo completo es aquello que no necesita de más, que no puede ser más verdad, y que no puede ser mejor. Este estándar de valor, es designado por el estándar del apreciador que lo percibe. Del nivel del estándar del apreciador, dependerá el nivel de completación de lo creado. El estándar absoluto es el de la completación universal de los principios de la creación. El logro de dicho estándar, es únicamente alcanzable por el Creador del cosmos, lo que nos permite una libertad enorme en el desarrollo de la creatividad y de la estética, puesto que jamás el hombre podrá lograr coincidir, por mucho que se aproxime,  al estándar cósmico de apreciación del Creador.

k- EL DESARROLLO DEL VALOR
Valor, es la cualidad contenida en el objeto que satisface la necesidad del sujeto. El valor se desarrolla, mediante el mantenimiento continuo de la apreciación. Apreciar es dar o recibir el valor de lo creado. Al recibir el valor, se produce satisfacción. Al satisfacerse, se crea la necesidad por una mayor satisfacción. Así como se degusta un plato, y su sabor provoca la necesidad de un poco más, del mismo modo la apreciación, provoca la necesidad por seguir apreciando. Al apreciar, lo apreciado deposita una experiencia emocional, intelectual o volitiva. Dicha experiencia acumulativa, desarrollo el nivel de apreciación con lo que se madura el estándar del valor.
El valor de la belleza se desarrolla apreciando lo bello, el valor de la verdad se desarrolla apreciando lo verídico, el valor de la bondad se desarrolla apreciando lo bien hecho. La actitud apreciativa es la acumulativa del valor. El ser apreciativo es generalmente el que se aproxima a los más altos estratos del valor, tanto moral, como ético o estético.


l-EL ESTADO DEL VALOR
Valor es el producto del intercambio correlativo, recognitivo o correspondiente con el apreciador. Valor es una experiencia, un sentimiento, un estímulo grato. Se podría decir que el valor es un estado, en el que se experimenta la posesión de un bien. Ser valiente es tener esa determinación infranqueable de buscar el estar en posesión de un bien. Debemos diferenciar el ser valiente, con el ser arriesgado. El arriesgado, generalmente es imprudente y temerario, mientras que el valiente, persigue aquello que le proporciona el sentimiento de estar en posesión de un bien.
Decimos que valor es un estado, porque no se puede transferir, compartir o contener en algo. El valor es una experiencia propia de cada uno. Por ejemplo el amor no se puede transmitir, transferir o transplantar. O se siente o no se siente. Por lo tanto el valor surge de la correcta relación, surge de la armonía, de la correlatividad, del reconocimiento y de la correspondencia o parecido.
Las cosas no tienen un valor incambiable, intransferible,  o por sí mismas. Si pensamos en aquellos objetos de valor, seguro que nos vienen a la memoria los diamantes o el oro. Pero ¿de qué me serviría un lingote de oro o un diamante de dos kilos, en el mar, cuando después de un naufragio estoy a punto de ahogarme?¿Cuánto vale algo que no sirve? ¿qué vale más para un naufrago, el diamante de un kilo o una llanta de auto? ¿Dónde está el valor del diamante?... En la apreciación del individuo.
¿Es entonces el valor absoluto o relativo? A la luz de nuestro ejemplo, podríamos pensar que el valor es relativo a la apreciación del individuo. En un sentido es el individuo quien determina el valor de lo apreciado, pero únicamente puede apreciar aquello que es correlativo reconocible y correspondiente, por lo mismo, porque únicamente puede apreciar lo que es correlativo, decimos que el valor es absoluto.
Es absoluto porque únicamente se puede experimentar mediante la correlatividad, recognición y correspondencia entre un sujeto apreciador y un objeto apreciado. Y es relativo a la necesidad, interés o deseo del apreciador.
En este sentido es necesario establecer la correlatividad entre sujeto y objeto, pero a la vez es preciso tener la necesidad, interés o deseo por apreciar. Esta dualidad entre correlatividad y necesidad es indisoluble. No se puede experimentar el valor sin apreciarlo, y no se puede apreciarlo sin experimentarlo, lo que transforma al valor en una realidad absoluta.
El valor es absoluto puesto que siempre complace a todo el que lo experimenta.

ll-LA ACTITUD FRENTE AL  VALOR
Decimos que el valor, para que se experimente hay que apreciarlo, reconocerlo y poseerlo. Esto nos lleva a adoptar una conducta de aprecio, reconocimiento y creación frente al valor.  Al apreciar  las obras, palabras y personas, las transformamos en valor. Y en oposición a esto, al despreciar las obras, las palabras y las personas, las transformamos en inválidas.
La conducta del valor es siempre apreciativa, lo que no significa que se acepte lo incorrecto, lo invalido o lo insatisfactorio, como aplicable al modus operandi del sujeto apreciativo. El sujeto que aprecia el valor de las personas, pensamientos y obras, ha de estar estrechamente vinculado y conectado con los principios de la creación, para que su conducta apreciativa no se desoriente y se pierda en el abandono a cualquier cosa.
Valor es una cualidad que satisface, y se transforma en absoluto cuando satisface siempre y para todo. El sujeto cuya conducta centra en la consecución del valor ha de perseguir la complacencia que satisface siempre y para todo.
El enemigo número uno del valor, por lo tanto es el ego. El egoísmo predomina al hedonismo personal, por sobre la plenitud del todo y siempre, predomina el criterio personal por sobre el criterio universal que es siempre y para todos valido, y predomina el beneficio del yo ahora, por sobre el beneficio del todo y siempre. Por lo tanto el ego es el enemigo número uno del valor.
El segundo enemigo es la queja. Quejarse implica el acusar al otro de mi propia insatisfacción, sin asumir un rol responsable en el acto. El otro y yo, establecemos el nosotros. Sin el otro,  yo, no existo. Si el otro, es insuficiente, la actitud correcta del yo, frente al otro, sería la de corregir la insuficiencia del otro. Corregir si, acusar no. Al acusar al otro delego en él la responsabilidad de satisfacerme, pero ¿cómo puede satisfacerme, si ignora mis necesidades? Por lo tanto, la postura correcta frente al otro insuficiente es la de asumir el rol responsable de corregirle, conducirle o completarle.
La acusación, la queja, la culpa son enormemente dañinos para la salud valórica.
¿Qué conducta tomar, frente a las personas, frente a las opiniones y frente a las obras?
La conducta del valor, implica la actitud apreciativa, atenta, prudente, resolutoria y conductual hacia el valor de la belleza, de la verdad y del afecto incondicional, por el bienestar del todo y siempre.
En particular implica el controlar el ego, evitando el desprecio hacia el otro, o el desprecio de la opinión del otro, o el desprecio del obrar del otro.  Asumiendo el rol prudente de la conducta resolutoria hacia  el encuentro con lo que es siempre y para todos válido. Implica también el evitar la queja, la acusación y el culpar al otro con la actitud expectativa del castigo. Castigar no resuelve el error.
El pescozón que le das al alumno al sumar 2+2 =7, no resuelve la suma. La solución está en educarlo,  asumiendo el rol responsable de conducirlo hasta que complete la operación. Pero para educarlo, es necesario asumir el error sin despreciarlo, sin acusarlo y sin culparlo. Con la actitud apreciativa de reconocer el origen del error y completar los requisitos necesarios para que ambos, el otro y  yo, estemos satisfechos.

La conducta valórica implica el conocimiento del valor y en esto, es necesario comprender, desde los fundamentos esenciales del valor, hasta la proyección del ideal valórico. El ideal de la creación es el ideal valórico completo. La Providencia de la Restauración, conduce al hombre hacia el encuentro con este Ideal, pero el encuentro con él, precisa de personas con una actitud apreciativa y esencialmente valórica.
El hombre, bloquea su capacidad de apreciar con el desprecio, bloquea su capacidad de aprender con la arrogancia, y bloquea su capacidad de producir grandes cosas con el egoísmo. Estos tres bloqueadores del valor, han de ser destruidos. El hombre original se halla tras este bloqueo. Lo que vemos en la actualidad es una máscara, es un carácter que nada tiene que ver con el carácter original del hombre. El hombre original no es egoísta, ni arrogante, ni despreciativo, sino todo lo contrario. El hombre verdadero siente la necesidad de satisfacer al todo siempre; conoce lo que beneficia  al todo y siempre, y realiza obras de bondad que benefician al todo siempre. Este es el modelo de líder, de maestro y de padre, que nuestra realidad actual necesita por estándar, para poder elevar la posición humana al estrato de autenticidad completa.
Para elevar al hombre, es preciso de una educación valórica, de una conducta valórica y de una sensibilidad valórica, coherente con los Principios de la Creación, expuestos en los fundamentos esenciales de la ley.

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