Aspectos
esenciales de la relación contenidos en el arte Por Martín Soria.
Existe la imperiosa
tendencia heredada, a parcializar las cosas, emitiendo criterios personales,
que poco o nada, tienen que ver con la globalidad de aquello que es siempre y
para todo válido. Producto de esta
infructuosa tradición, se origina el enzarzamiento verbal, la violencia agresiva, o la tendencia al
rechazo, que obviamente provoca el aislamiento ensimismado del sujeto
consignatario de dicha tradición.
Las artes plásticas en particular, conllevan
en su factura, algunos de estos elementos aislantes. En primer lugar el artista
plástico, necesita aislarse en la concentración y desarrollo de su labor
creativa. Consecuentemente con este hábito, algunos artistas adquieren la
tendencia a proyectar este aislamiento sobre su conducta social, lo que
perjudica tanto al arte como al artista. Pero también existen aquellos
creativos, cuya visión les consiente adivinar que los nutrientes de su persona
y por lo tanto, también de su labor creativo-comunicativa, ha de tomarlos del
exterior. Estos artistas, inician relaciones centrífugas que generalmente les
admiten retribuir con un producto mejor nutrido.
El hombre
es fruto del ambiente que desarrolla, lo mismo ocurre con el arte y el artista.
Un trabajo
artístico, una pintura por ejemplo, es consecuencia de características internas
y externas. El objeto creado es fruto de las capacidades intencionales del autor
que sintió la necesidad de hacerlo; de las capacidades cognitivas del mismo
autor que supo hacerlo y de las
capacidades volitivas del mismo, que
pudo hacerlo. Sin estas capacidades de poder, de saber y de querer hacer, nada
puede ser creado. La obra de arte surge como sustancialización de una necesidad
intencional realizada. Realizar una intención es completarla, para lo cual, en
cada instante de su desarrollo, es preciso reconocer cada función del proceso y
cada estructura productiva, como válida. Para validar un acto, se necesita de
una noción estándar o paradigma comparativo del valor, en otras palabras, para
validar hay que tener conciencia del valor. La intención busca ser satisfecha porque contiene en sí misma
esa conciencia del valor, porque reconoce qué es lo que satisface y porque
contiene el poder ser satisfecha.
Intención, selectividad y poder, son atributos
depositados en todo acto creado. Todo hecho contiene un significado
intencional. Lo que nos lleva a la conclusión, de que todo objeto creado, es
fruto de una capacidad emocional, o necesidad intencional de
hacer algo; fruto de una capacidad intelectual, o selectividad,
en cuanto a priorizar como válida la opción por sobre otras alternativas, y
fruto de una motivación, o capacidad volitiva, impulsada por el dominio del poder hacer.
Además de estas capacidades emocionales,
cognitivas y motivacionales, el acto creado precisa de una variedad de
habilidades, cuya unidad permite la realización del objeto creado. Me refiero a
las habilidades motrices, visuales, auditivas, olfativas, gustativas, táctiles, entre otras más, como la habilidad
para hacer uso de la memoria, la habilidad analítico-comparativa, etc.
Concluimos afirmando que toda consecuencia creada, es fruto de la suma de
capacidades y de habilidades múltiples.
Capacidad
es la facultad que infiere derechos y obligaciones. Tener la capacidad de
realizar es al mismo tiempo, tener la
capacidad de ser satisfecho con lo realizado. A la capacidad no se la puede
entender como singularidad, sino como complementariedad condicionada. Es decir,
la capacidad contiene en sí misma, la propiedad de ser intencional y satisfecha
al mismo tiempo. Capacidad es un vació a llenar, una necesidad a satisfacer, un
interés a descubrir, un deseo a cumplir
y ser cumplido.
Cuando hablamos de
capacidad, estamos refiriéndonos a la multiplicidad convexa de intenciones, que
pretenden ser satisfechas con su complementaria concavidad. Pero la capacidad,
no solo consta de esta especie de absorción que la complete, sino que además,
contiene la cualidad de satisfacerse del logro intencional completo. Necesidad
y satisfacción, convergen en la capacidad. En otras palabras, la unión entre
necesidad y satisfacción determina a la capacidad.
Las
capacidades básicas son: la capacidad emocional, de sentir
aprecio y satisfacción, placer y plenitud; la capacidad cognoscitiva,
de reconocer y expresar la verdad, tanto
absoluta, como la relativa al apreciador, y la capacidad creativa
de ofrecer y recibir energía, (crear y recibir objetos creados) mediante el
dominio de impulsos e inhibiciones.
La capacidad emocional permite captar las necesidades y retribuciones, al y del
objeto. La capacidad intelectual cognoscitiva, permite reconocer
y compartir el contenido significativo
del objeto. La capacidad volitivo-creativa, permite ofrecer y
recibir estímulos e inhibiciones precisas en la construcción creativa del
objeto.
Entre
la necesidad y la satisfacción aflora la habilidad.
Habilidad es por lo tanto, aquella cualidad que posibilita la satisfacción de la
capacidad.
Por
ejemplo: el ser humano tiene capacidad creativa. Esta capacidad desea producir,
(existe en ella la necesidad de realizar y la necesidad ha de ser satisfecha)
pero para producir, necesita de las habilidades visuales, auditivas, táctiles,
olfativas, gustativas, motrices etc. Estas habilidades interconectadas con la
capacidad creativa, realizan el trabajo hasta su completación. La completa
realización del trabajo, satisface la necesidad creativa. De esto se deduce que
capacidades y habilidades, cooperan en la satisfacción de la intencionalidad.
Es
difícil imaginarse una capacidad sin la necesidad de ser satisfecha. Es
necesario entender que la creación es dual en su concepción y en su
realización. Cuando creamos, no estamos haciendo una sola cosa, estamos
movilizando una multitud de aspectos contenidos en la estructura esencial de la
producción de un acto y en paralelo estamos movilizando otros aspectos de
contenido, que están ligados al proceso del desarrollo de la consecución del
logro.
Las
habilidades físicas tienen estrecha relación con los sentidos y son: la vista,
el oído, olfato, gusto y tacto. Además, existen habilidades motrices
voluntarias y habilidades motrices condicionadas (neurológicas) Dentro de las
muchas habilidades motrices voluntarias, podemos citar la habilidad de
comunicarse verbalmente, el canto, el silbido, la fuerza, la destreza etc, etc.
Y entre las habilidades motrices condicionadas podemos citar el tiritar, el
transpirar, el parpadear, etc.
La capacidad emocional
ocupa la posición de conductora de la intención de hacer, es decir, entre la intención y los elementos que dan
forma a la creación, se establece una relación de sujeto conductor y de objeto
retributor. Únicamente después de completado el proceso completo del desarrollo
del objeto creado, y luego de satisfecha la intencionalidad creativo
propulsora podemos afirmar la existencia
de un objeto creado.
Este simple esbozo
contiene la dinámica completa de una relación correcta. Una relación precisa de
la satisfacción de quien la intenta, para lo cual es necesario, que el objeto
receptor de su intencionalidad, sea completamente realizado, lo que exige de
satisfacer las necesidades del mismo, validar el significado de su intención y
cumplir completamente con el desarrollo de su propia gestación. Relación
correcta es aquella que satisface a la intención propositiva, tanto como al sujeto intencional, al objeto que
posibilita el logro y por supuesto, al logro consecuente de la satisfacción
completa del objeto intencional. En cada intención creativa se precisa de la
satisfacción de la intención propositiva, tanto como del sujeto intencional,
del objeto que posibilita el logro y del logro consecuente de la satisfacción
completa del objeto intencional.
Por eso afirmo que
el arte es el embajador de las correctas relaciones interpersonales.
El índice cultural
de la nación exige una amplitud de
criterios para que las propuestas ofrecidas puedan ser consideradas como
extraordinarias. El criterio para evaluar cualquier labor cultural ha de estar
centrado en los fundamentos esenciales de la creación y no en las opiniones
vertidas por artificios relativos a conciencias transitorias. La actividad
encierra unos principios absolutos que son siempre válidos en toda relación que
se establece. El estándar insuperable de estos principios se define en el
sentimiento de plenitud, en el conocimiento de lo absoluto y en la práctica de
lo completo. Nada supera a lo completo, nada supera a lo absoluto y nada supera
a lo pleno. El sentido estético del arte ha de ser conectado con la búsqueda de
lo completo, de lo absoluto y de lo pleno. Esa es la exigencia de la necesidad,
del intelecto y de la voluntad humana.
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