DESARROLLO MORAL DE LA CREACIÓN por Martín
Soria
Creación, involucra la consecución de “ideales” o ideas
.
Ideal
y propósito, son sinónimos de
esperanza. Esperanza depositada en una alternativa que satisface. Como
alternativa que satisface, el ideal de la creación es una opción tomada en
libertad y que a la vez equivale, —puesto que es justamente la cualidad que
satisface—, al propietario del ideal. Por lo tanto el ideal, cualquiera que
este sea, contiene inserto en él, una dosis de valor, deber equitativo, pues
debe satisfacer al creador y a su obra, y libertad. Valor, justicia y libertad,
son atributos esenciales contenidos en la labor creativa, o artística.
Valor,
además de ser la cualidad que satisface, en el momento que satisface, es
también la esperanza que motiva al logro de la experiencia de la satisfacción.
Satisfacción y motivación están presentes en la misma experiencia del valor.
Por eso, que aquello que nos complace, nos invita a apreciarlo nuevamente. La
satisfacción del valor, establece una justa medida entre el sujeto
satisfecho y el objeto que satisface.
Esta equitativa relación transforma al valor en justo, además de bello, porque
es complaciente y bueno porque satisface.
Justicia
es paridad equitativa, responsabilidades compartidas entre autor y obra, que
satisfacen a ambos, sujeto y objeto. También es recognición o elementos
coincidentes, que establecen un estado de
moderación en su justa medida. Es, lo que satisface al “nosotros” por
igual; tanto al yo, como al otro, o a lo otro. Para eso es preciso de estar
convencido de la equidad entre el sujeto y el objeto que intervienen en la
justa medida. Y, la convicción no puede ser impuesta por un tercero, ni por el
otro. Debe ser auto convicción personal,
basada en la obediencia al ideal de la creación, para lo cual es necesario del uso de
libertad. Además, si la convicción es libre y complace, la experiencia de la
equidad, o justa medida también es un valor
porque es complaciente, y por lo tanto es bueno.
Libertad
es la capacidad de optar por una alternativa de manera autónoma. Pero la
experiencia de la opción libre, está depositada en el logro de la satisfacción.
La libertad de opción está —siempre— orientada hacia la alternativa que
satisface. Lo que nos indica que la libertad está indesligablemente conectada
con el valor, con lo que satisface. La opción libre sólo elige lo que satisface
a la opción. Por eso, de entre cualquier alternativa, escoge lo válido, lo
justo y lo bueno.
Pero,
sabemos que lo válido, justo, y bueno para uno, puede no serlo para el otro. Es
aquí donde se precisa de una comprensión del paradigma universal de valor moral (de la relación que establece
la conciencia con la persona) y ético (de las relaciones interposicionales o
interpersonales que establece el individuo). No me voy a referir ahora al
análisis de los valores absolutos, que veremos sin duda más adelante, lo que vamos
a analizar es el desarrollo moral de la creación.
Según Laurence Kohlberg, profesor de la Universidad de
Harvard, la creación o el proceso de crear, atraviesa por un período de
crecimiento en tres etapas, a las que él denomina etapa premoral, convencional y de principio, Este proceso de crecimiento de la creación no
tiene nada que ver, según él, con el cómo esta realizado el trabajo, si está
bien o mal; sino, que se trata de las
razones por las cuales se realiza la creación. Lo que se desarrolla a través de
estas etapas es el razonamiento y no los hechos.
En el primer nivel, etapa
premoral. La razón por la cuál se realiza el acto creativo, según Laurence
Kohlberg, es por recibir premio o evitar castigo. En esta etapa, el creador
teme al no saber si su objeto creado o producto será aprobado o rechazado por
otros. Esta etapa es delicada, puesto que cualquier sobrestima o rechazo puede
acabar con la decisión de crear y, consecuentemente, con el creador.
El creador que se encuentra en este nivel necesita de la
aprobación, pero más que del trabajo, necesita de la aprobación de su
personalidad como ser creativo. En esta etapa, la frase “tienes grandes
habilidades” es más útil que la frase “tu trabajo es muy lindo”. Por lo tanto, según Laurence
Kohlberg, no debemos sobre valorar los trabajos de quienes se inician en el
desarrollo creativo.
En la segunda etapa, nivel
convencional, la razón de crear, reside en el ganar, o, lograr y mantener la
aprobación grupal. El creador, en esta etapa, necesita sentirse a nivel de
grupo. Busca el apoyo de los demás porque se siente seguro de lo que hace y
necesita compartir su trabajo bien hecho con el grupo. La necesidad por mostrar
su trabajo surge de repente porque se siente seguro de que lo creado por él es
igual o mejor que lo del grupo. En esta etapa es necesario precisar y aceptar
la realidad personal sin compararlo con otros porque es el momento idóneo para
desarrollar la prepotencia o arrogancia.
El sentirse seguro está muy cerca del “yo soy mejor” y por lo tanto,
la sobrestimación, sobra en esta etapa. Además, es necesario educar al creador
a comprender en esta etapa que los conceptos bueno y malo son meras etiquetas humanas y no grados
naturales. En la naturaleza no hay seres buenos y malos. Cada ser cumple su
propósito y ese es su porqué. No es ni bueno, ni malo, simplemente es.
La noción de bueno o malo,
bonito o feo, verdadero o falso, es una cualidad que atribuye el apreciador,
según este establezca una
correlatividad, recognición o correspondencia con lo que aprecia, pero no es un
atributo del objeto en sí. Todo es bueno o malo según se necesite, o no se
necesite; nos interese, o no nos interese; o nos satisfaga o no nos satisfaga.
En la tercera etapa o nivel de principio, la razón por la que uno
crea es ya por iniciativa personal y por acción responsable el creador en esta
etapa encuentra un compromiso entre él y su obra. En este nivel, su necesidad
de crear surge porque lo siente así, sin necesidad de aceptación o comparación.
Crea por el mero hecho de crear y su compromiso responsable se dirige al logro
de niveles de excelencia en el desarrollo de sus propias habilidades sin
compararse con otros. El que su trabajo esté bien o mal para los demás, no le
influye porque él es el único juez de su propio desarrollo. El es quien sabe
donde quiere ir y como llegar. Esta necesidad de llegar es parte de su propio
desarrollo como ser humano.
Pero aún existe un cuarto periodo luego de satisfechas estas tres
etapas. Sobre la cimentación de su iniciativa personal, el creador desarrolla
una necesidad por el dominio de sus cualidades y de sus habilidades.
Dominio basado en su desarrollo sensible, cognitivo y volitivo.
El arte pretende la excelencia en el trabajo, brillantez en las
ideas y sensaciones de plenitud en la apreciación. Para representar sensaciones
de plenitud, el artista precisa de la educación de su sensibilidad emocional.
Sensibilidad que se desarrolla mediante la profunda asimilación de las
sensaciones de complacencia. En este camino de desarrollo el discernimiento es
fundamental para determinar el grado de complacencia que produce la sensación
recibida. El verdadero artista, es sensible a la recognición de sensaciones
agradables, de conocimientos esenciales y de habilidades extraordinarias, que
satisfacen en un grado de armonía y de orden coherente con el orden universal
de la creación.
Martín
Soria
Tel 22012755 www.martinsoria.cl
No hay comentarios:
Publicar un comentario