6—BELLEZA
por Martín Soria
Fue al asignar un color
a las vocales, cuando por primera vez, de modo consciente y aceptando las
consecuencias, se desvió la palabra de su deber de significar. Fue quizá al
asignar un sonido a los colores cuando asumí la inevitable dialéctica de la
contradicción contenida en las artes plásticas. O, fue el buscar algo entre la
nada, sin darme cuenta de la nada que ese algo contenía. Algo entonces, y
ahora, me conmueve por encima de todo,
al asumir que las artes plásticas
están perdiendo el sentido. ¿Cómo
enseñar a pensar, a quienes piensan que no saben enseñar?¿Cómo romper con la
limitación de las apariencias y abrir esa ventana a las realidades esenciales
del pensamiento profundo?
Hemos dejado atrás
el pensamiento científico de la ilustración, y el raciocinio pragmático de la
razón. El empirismo se evaporó del arte
y, de a
poco, nos hemos olvidado del valor de lo verídico. Aquella frase de
Leonardo “Ninguna humana investigación puede ser denominada ciencia, si antes
no pasa por demostraciones matemáticas” ha quedado en el recuerdo paleolítico.
El artista de hoy, ya no piensa en términos matemáticos, su intelecto se olvidó del recuerdo, sólo
conoce lo futuro y lo olvidado. Es decir…
Con tanto contenido,
la única alternativa es conversar. Se conversa demasiado en las artes
plásticas, se diseña y se ornamenta escandalosamente demasiado. ¿Será verdad lo
que decía mi abuela? “Parece ser que el arte ya no comunica porque no tiene
nada que comunicar.”
Tal vez no exista ya
el patriotismo histérico que motivó a Jasper Johns a representar su “Flag” o,
el criticismo abrupto del Guernica, pero aún existen bellezas naturales que
inspiran, tanto o más que la política partidista. Ningún arte tiene el derecho
a exiliar a la belleza y quien lo hace,
pierde su corona.
Belleza es el rito
del creador, es la oración que comunica con la gracia complaciente. Sin belleza
no hay apreciación. Pero ¿cómo asimilar la belleza comprendiendo su completa
identidad? Para eso es preciso entender que la belleza es un valor, y valor es
la cualidad contenida en el objeto, que satisface la necesidad, interés o deseo del sujeto que lo aprecia. Por lo
tanto, belleza es una cualidad que satisface. Si no satisface, al menos
complace. La complacencia se experimenta sobre la afinidad entre apreciador y
apreciado. La diversidad agrada en la unidad. Belleza es el equilibrio de las
diferencias. Belleza es una ausencia que encuentra en su desarrollo los
sentimientos que le dan forma. La forma de la belleza reside en el equilibrio
de las diferencias. La experiencia de la belleza no tiene forma, pero si tiene
sentido, es el sentido del arte. Arte es la actividad emocional de crear y de
apreciar belleza, y el sentido de la apreciación lo ejerce la complacencia o
como decíamos antes, la belleza.
¿Qué es entonces la
belleza?. Es sin duda alguna una fuerza emocional, la fuerza emocional que el
objeto devuelve al sujeto que la aprecia y para que se reciba, el apreciador
debe darse con atención, al aprecio del equilibrio de las diferencias, lo que
establece una relación de dar y recibir entre apreciador y obra o entre origen
y consecuencia.
Hoy parece ser común, el hacer y deshacer al
mismo tiempo, el crear y destruir, apreciar y despreciar. Hacer más de dos cosas al mismo tiempo es un exceso
para cualquier inteligencia. Afirmamos y negamos entre palabras. Ofrecemos una
versión sobre el origen de la creación y otra versión sobre la absoluta
permanencia de la energía que ni se crea, ni se destruye. Aceptamos la
evolución de las especies, y al mismo tiempo aceptamos al cromosoma como la
porción del material genético cuya función es la de mantener, conservar,
transmitir y expresar la información genética que contiene, lo que hace
imposible el que una especie evolucione a otra especie, distinta al contenido
genético portador. Hablamos de relatividad, connotándola de contradictoria,
como si lo bello fuese a la vez feo, lo verdadero falso y lo bueno malo. Pero
cuando se trata de exigir justicia, verdad o libertad, en ese caso deben ser
absolutas, es decir deben ser siempre y para todos. Aun así no se entiende lo
que es justicia, porque no se sabe en qué consiste la equidad. Tampoco se
entiende la libertad. Queremos ser libres para optar por las alternativas que
se nos antojen, pero aunque la opción es libre, la libertad no tiene más opción
que por lo válido, entonces ¿qué es la libertad? Debemos evitar a quienes
pretenden cuadrar el círculo.
Además es preciso
reconocer a la verdad como una realidad evidente, que afirma con certeza, la
franca exactitud de una autenticidad existente; verdad es una realidad
indudable, completa y exacta. Verdad no es todo lo que me dicen, sino todo lo
que creo. Pero si aceptas todo sin verificarlo,
acabarás tan confundido que te
será imposible reconocer la verdad. Este es el estado del creador y apreciador
actual del arte. Ha aceptado demasiado, tanto de lo bueno, como también de lo
malo y por lo mismo no puede discernir. Está atascado. Solo sabe, que no sabe
nada.
El estado actual del
creador y del apreciador es un estado de confusión, y en este estado es
imposible comulgar con el valor. Valor que impera en la creación,
independientemente de que el artista, conscientemente lo persiga o no, lo
reconozca o no. El hecho está en que el arte sin valor no es arte, y el artista
que no persigue valor, tampoco puede ser artista. La facultad de crear
contenida en el artista, es esa cualidad de ser capaz, de poder hacer, pero
además es el derecho a satisfacer la necesidad de hacer.
Martín Soria
Tel 22012755 www.martinsoria.cl
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