En
la dicotomía perimetral de la actividad artística, encontramos dos opciones
direccionales, una vertical, puesto que tiene un carácter de arriba a abajo; me
refiero a la relación que se establece entre el origen causal o idea,
necesidad, interés o deseo por hacer, o por crear algo (Causa ) y el producto
u obra creada o consecuencia (Efecto )
que satisface tal propósito específico. Y otra horizontal, puesto que tiene un
carácter posicional, emisor o artista que aprecia y crea (Sujeto ) y receptor u obra creada y apreciada (Objeto).
Es en
base a esta mutua relación complementaria entre las dualidades
direccionales, que se hace posible la
existencia, acción, y multiplicación, de la labor creativa o apreciativa,
generando así, las consecuentes dualidades multiformes, basadas en las
relaciones causa efecto y sujeto objeto. Dualidades manifiestas en lo universal
o personal de la temática; en lo temporal y espacial de la composición; en la
precisión y destreza de la gráfica; en lo claro y obscuro del tono; en la calidez
o frialdad del matiz; en lo depurado o inmediato del oficio; en lo refinado o
descuidado de la originalidad; en lo objetivo o subjetivo de la comunicación y
en aquellas cualidades de plenitud y placer emocional, impulsos o inhibiciones
volitivas, y aspectos de razón y ley contenidos en las artes plásticas, lo que
genera la armónica o discordante relación entre el artista y su obra.
Tenemos
una cierta tendencia a buscar las razones causales de las cosas. Desde buscar
el saber cómo se produce la lluvia, hasta el buscar el propósito de la
existencia.
Todas
las consecuencias son producto de un acto causal. Así como todo efecto es a su
causa, todo acto produce consecuencias. La obra de arte, no es más, que la
consecuencia de una necesidad originaria. Es esta correlatividad entre consecuencia y acto, o
entre causa y efecto lo que nos permite la recognición de los orígenes causales
de cualquier consecuencia. Los físicos dicen que toda causa es a su efecto así
como todo efecto es una manifestación del contenido causal.
Si
la consecuencia nos manifiesta aspectos de la causa, podemos afirmar que se
puede, a través del estudio de las consecuencias o de los efectos,
llegar a la comprensión de los aspectos de que se compone la causa
originaria.
En
el análisis del contenido causal de la apreciación, debemos comprender, que en
ocasiones, los elementos de que está compuesta la causa de las consecuencias,
no se pueden demostrar mediante verificación física o empírica. También sabemos
que al conocimiento de la materia en estudio, no llegamos únicamente a través
de prácticas demostraciones físicas.
Existen mecanismos demostrativos de
asociación y análisis, que producen juicios
de entendimiento y que no son físicamente demostrativos, como por
ejemplo la deducción, la intuición, la lógica e incluso la razón.
Hablamos
de causas originarias, porque la creación de una obra de arte, no parte con el
pincel y la tela, se inicia en el proceso de apreciación de la necesidad de
crear.
¿Cuál
sería, la causa origen más interesante de conocer? A la gran mayoría, nos
gustaría descubrir cual es la causa de los poderes, la causa del conocimiento,
o la causa de las necesidades. Pero por
sobre esto, lo que más nos interesa, creo yo, es descubrir cual es el origen
del todo, el origen del universo.
La
causa de los porqués, o el propósito de los propósitos es sin duda alguna el
tema de máximo interés para cualquier interesado en conocer. Ese ha sido tema
recurrente a lo largo de la historia del arte; saber cual es el origen, la
función, el valor y el propósito del arte.
Para
descubrir al origen de los propósitos, es necesario indagar en el propósito de
los propósitos. Si pensamos un poco en ello, llegaremos a la conclusión de que
el propósito del propósito, sea cual fuere, es el de ser satisfecho.
Todo
propósito es causa y consecuencia. El propósito es tanto una necesidad a
satisfacer como una retribución a dicha necesidad. Lo que nos da a entender,
que el propósito es una actividad, inserta en una cualidad emocional, si
definimos a la emoción como capacidad sensible, que nos permite captar las
necesidades y retribuciones del objeto o consecuencia.
Si
todo propósito, implica, actividad emocional y la emoción capta necesidades y
ofrece retribuciones, esas necesidades buscan, de hecho, ser satisfechas, así
como las retribuciones buscan satisfacer las necesidades, por lo mismo
deducimos que el propósito, sea cual fuere, busca ser satisfecho. Si todo lo
creado tiene un propósito específico,
todo lo creado busca, debe, o ha de ser satisfecho. Si el propósito de
cualquier propósito es el de ser satisfecho, el propósito de la creación en su
globalidad sería también el de ser satisfecho lo que produciría un sentimiento
de complacencia o alegría. Por lo tanto podemos concluir, aseverando que, la apreciación de la necesidad de crear, ya sea mediante una
pintura, una instalación, o una acción de arte, busca al apreciar, las
sensaciones, conocimientos u habilidades que produzcan la suficiente
complacencia como para ser satisfecha.
El hombre se complace creando y apreciando..
Cuando sus deseos por hacer, sus intereses por conocer y sus necesidades por
sentir se cumplen, el hombre se complace. ¿Qué es lo que el artista busca
y quiere hacer?. Sin duda alguna busca y quiere hacer arte y para eso, aprecia
lo que le complace, porque le hace sentir bien y lo que produce quiere también
hacerlo bien. Estemos de acuerdo o no, todo creador necesita de lo bueno, lo
optimo, lo útil, lo apreciado, y lo valido. En definitiva, busca consecuencias
válidas y que estén bien, lo que nos indica que el deseo del artista como
hombre que es, busca y persigue la
bondad en sus creaciones y la complacencia en sus apreciaciones..
El artista, dentro de los múltiples intereses
por los que se aventura, en su proceso y desarrollo como creador y apreciador,
se interesa por aquello que es grato, como lo bello, lo verídico, lo bien hecho.
Pero
por sobre todo esto, la necesidad vital del artista como hombre, es la de
sentirse valorado, apreciado, respetado y querido. Sentimientos que logra,
acreditando su dignidad, mediante el uso de las cualidades que lo califiquen
como excelente. Podríamos terminar concluyendo que la necesidad última del
artista, es la de sentirse satisfecho, mediante la apreciación de su trabajo, y
del aprecio depositado en sus relaciones interpersonales con quienes lo
circundan.
Cuando
se experimenta el afecto del otro y cuando lo otro nos produce sensaciones
gratas o bellas, emocionalmente nos sentimos satisfechos. En esta complacencia
reside la belleza, que puede ser experimentada mediante sensaciones gratas, a
través de pinturas, música, cine etc, mediante conocimientos que producen
complacencia y mediante hechos de bondad que también producen complacencia.
Dicha complacencia precisa y se fundamenta sobre lo válido, lo justo y lo
adecuado. Lo que generalmente se entiende por valor.
La
conclusión lógica a la que llegamos luego de lo expuesto, es que la
apreciación, como definición, es dar o recibir el valor de lo creado.
Martín
Soria
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