LA COMPOSICIÓN
EN LAS ARTES PLÁSTICAS
por Martín Soria
El estudio de la composición nos lleva al estudio
del orden. Componer no es más que poner algo en relación ordenada con un
referente. Sabemos que la composición ordenada es aquella donde se equilibran
las diferencias. El equilibrio de dichas diferencias nos obliga al análisis del
orden.
¿Qué se entiende por orden?. Orden es un sistema en
el cual cada posición o porción contenida en él, cumple sus funciones de forma
que permite la satisfacción completa de todos y cada uno de sus referentes.
Pero satisfacción ¿en función de qué? La necesidad de comprender esta función,
nos pone frente al análisis de otra circunstancia, nos lleva a pensar en la
necesidad de un paradigma referencial. Para que algo esté
completo, sea reconocido o esté satisfecho, es preciso que se establezca la
unidad entre intencionalidad, recognición y el acto.
Algo es completo cuando se cumple. Para cumplirse,
debe satisfacer a una intención. Debe satisfacer a una capacidad. Cumplir es
completar y sólo puedes completar una capacidad. La habilidad que satisface o
completa a la capacidad del orden, ha de ser también una habilidad ordenada.
Podemos darle muchas vueltas a esto, hasta llegar a necesitar del conocimiento
esencial del orden para poder componer. El orden vale, vale porque posibilita
la comunicación y la unidad entre la posición central del orden y su periferia
ordenada en función de completar dicho orden.
Veámoslo bajo otro prisma: En una casa existen
muros referenciales, que determinan espacios. Estos espacios pueden ser amplios
o reducidos; con el techo muy alto o con el techo muy bajo. Nos encontramos en
el interior de un prisma, la habitación. Ese prisma contiene una posición de
equilibrio, donde todas las diferencias verticales y horizontales encuentran la
moderación. Esa posición es el centro del prisma, el centro de la habitación.
Pero en esa posición central sólo puedo posicionar una cosa. Para componer
dentro de ese orden he de relacionar espacios con objetos. El tamaño de los
objetos será determinado por la proporción de los espacios y la ubicación de
los objetos, también será determinada por el tamaño de los espacios donde se
van a ubicar. Esta relación está centrada en las referencias proporcionales de
los espacios. Lo mismo ocurre con la composición de una imagen.
Estabilidad de la simetría.- Lo primero a tener en cuenta es la estabilidad de la simetría. Toda
proporción encuentra el equilibrio en la simetría de sus espacios. Los espacios
simétricos son siempre compensados. Toda relación simétrica es estable. Pero la
simetría obliga a geometrizar las formas o los espacios y esa geometrización
ofrece pocas variantes.
El artista, ha de encontrar algún sistema que se
aparte de la geometrización simétrica de los espacios, para componer su trabajo
creativo. A pesar, de que también, puede simetrizar las composiciones, para de
ese modo, garantizarse la compensación de las masas.
Las relaciones simétricas son especialmente útiles
cuando la temática exige de la descripción de las imágenes, sin que estas
expresen algo más de lo que son en sí mismas. Por eso estas composiciones
simétricas se utilizan mucho en los retratos, en las descripciones de lugares o
cosas.
Estabilidad de la secuencia.- Una secuencia también produce compensación armónica, cuando se establece
dentro de un orden sistemático. A lo que se denomina ritmo. El ritmo, o
repetición de una constante, permite
fraguar las proporciones con los espacios ajenos a las mismas. Cuando el objeto
contiene una relación de proporción que en su proyección, genera una secuencia
de espacios similares, el objeto tiende a verse bien ubicado.
La composición no puede aislarse del tema, ritmo y
estructura formal de la imagen. Pretender el estudio de la composición sin
considerar la importancia del centro focal, o de la intencionalidad
composicional, sería caer en el riesgo de perder la noción completa del
trabajo.
Tanto el referente perimetral de la composición
como el espacio referido, han de estar
supeditados a la intencionalidad del tema pretendido. Lo que nos dice, que
tanto el referente como el referido, son
determinados por el propósito
intencional.
Requisitos básicos del orden
En una composición han de establecerse todos los
requisitos básicos del orden. Para que exista orden, es preciso primero de
correlatividad entre intención e imagen y entre el artista y su obra. La
correlatividad es algo en común que posibilita el encuentro de ambos en la
unidad. Orden es el equilibrio de las diferencias y por lo mismo, ambas
posiciones de intención e imagen, o de autor
y obra, han de poseer alguna razón constante, e inmanente en ambos, para que
puedan establecer dicha unidad.
Además de correlatividad entre ambas dualidades, es
preciso que se establezcan posiciones de creador y de objeto creado, o de
conductor del proceso creativo e imagen conducida o dirigida hacia la
satisfacción de la intención creadora. Ese orden posicional, conlleva a un
orden funcional que debe ser satisfecho. La posición del creativo conductor,
debe emitir, cuidar y completar, a la imagen fáctica creada por él, para lo
cual, esa misma imagen, ha de corresponder en su esencia; es decir en su
contenido y en su forma, con la esperanza de la intención creativa del autor.
Si la imagen, no corresponde por diferencias en la forma o en el contenido, la
realización de la composición no se establece por completo; a no ser, que el
autor resuelva olvidarse de su intención originaria y se replantee la
posibilidad de aceptar su imagen en el estado actual. Lo que demuestra en
cualquiera de las ocasiones, que el autor está aceptando el logro como
satisfactorio de la intención previa.
Los requisitos básicos del orden son :
1-
Toda actividad ordenada, precisa
de posiciones activo emisor o conductor de la acción y de un objeto receptor o
retribuidor y conducido, entre los cuales se establece una correlatividad,
correspondencia o parecido. De esta afirmación se desprende el hecho de que en
una composición artística, y en particular, en una obra pictórica, existan
posiciones, referente y referido, ya sean estos, espacios, tonos, o colores.
2-
Toda actividad ordenada, se
establece en función del cumplimiento de un propósito. Dicho propósito está
centralizado en la posición conductora. Cualquier obra pictórica, al
realizarse, se transforma en el efecto de una causa originaria, y de acuerdo
con el principio de que todo efecto es a su causa, podemos afirmar que la
consecuencia creada corresponde a la satisfacción intencional, a la cual se
debe.
3-
Toda actividad ordenada, precisa
de funciones a cumplir en pro de una intención, para lo cual, tanto el
referente como el referido, han de satisfacer dicha intención o estándar. En un
cuadro, tanto la imagen, como los tonos y colores han de cumplir con la función
de satisfacer al creador del trabajo. Si el objeto creado no se determina de acuerdo
con el criterio del autor, no se establece el orden entre ambos.
Para que se establezca el orden es preciso de un
estándar paradigmático referente y de un objeto referido que ha de concordar
con dicho paradigma. Pero también es necesario de un sujeto que lo aprecie y
que lo constituya mediante un objeto, forma, imagen etc.
¿Cuál es el estándar paradigmático absoluto? El de la PLENITUD, LEY y
COMPLETACIÓN. Nada nos puede complacer, agradar o satisfacer por sobre el
sentimiento de plenitud. Ningún placer supera al sentimiento de plenitud.
Ninguna verdad puede superar a la verdad que es siempre y para todo válida, es
decir que es ley. Y lo completo no necesita de nada más. A aquello que es
perfecto, no le falta nada, luego, nada es más completo que lo perfecto. Por lo
mismo estos valores de Plenitud, verdad y perfección, son absolutos e
insuperables; este es el contenido paradigmático referencial del arte.
Hablar de un orden compositivo, es hablar de
posiciones, proporciones, volúmenes, tonos, cromatismos, texturas. Todas y cada
una de estas variedades existenciales, han de establecerse en equilibrio. El
equilibrio de estas diferencia s es composición.
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