POSESIÓN Y PERTENENCIA
En la creación de un
acto se establece el proceso de su desarrollo en tiempo y la estructura base de
cuatro posiciones: causa y consecuencia; sujeto y objeto, en espacio. Lo causal pretende y propone, esta doble
actitud de pretender lo esperado y proponer su realización, encierra en sí la posible
consecución del logro, en cuyo caso, se establece la pertenencia del mismo. De
esta razón se deduce que la pertenencia es derivada de la experiencia de una
realización. De ahí que se diga que las Meninas pertenecen a Velázquez. La
pertenencia implica dependencia, el hombre pertenece a la Naturaleza Humana,
depende de ella, ella fue su generador y porque lo genera le pertenece. No lo
reduce, todo lo contrario, la pertenencia de lo bien hecho ennoblece a ambos, a
las Meninas y a Velázquez, al Humano y a su Humanidad.
La posesión implica
reducción, lo poseído es individualizado en quien, o quienes se adueñan de
ello. Adueñarse es reducirlo. Mi bicicleta es únicamente mía y solo yo tengo la
autoridad para autorizar su uso. La posesión limita a lo ilimitado por
naturaleza. La bicicleta es un objeto compuesto de materiales transformados,
materiales minerales, fierro, aluminio, etc. Vegetales, gomas, cauchos, etc.
Estos elementos naturales transformados, no pierden su dependencia natural en
su transformación, es decir el fierro seguirá oxidándose, lo mismo con el aluminio y con los productos
derivados de la naturaleza. Por lo mismo, la bicicleta entera pertenece a la
naturaleza de sus compuestos, no al que dice poseerla.
La posesión se
adquiere, la pertenencia se declara, es públicamente reconocida. Lo que
pertenece existe contenido en quien lo tiene; lo que se posee, existe sometido
al posesivo, al dueño. Ser dueño de un esclavo es posesión, pertenecer al
cristianismo es existir contenido en esa convicción.
Las Especies Naturales
pertenecen a la Naturaleza. Poseer un terreno es reducir a la Naturaleza su
proyecto natural y utilizarlo para el proyecto humano de su propia preferencia.
Poseer una casa es distinto de habitarla, al habitarla se ocupa, pero no se
limita, al poseerla se limita e impide a otros habitarla.
¿Cuál es la razón que
justifica la posesión? ¿Por qué se poseen las cosas? La única razón que
justifica limitar la naturaleza de las cosas es el miedo. El miedo es la fuerza
opuesta al amor. El amor es entrega gratuita y voluntaria por atender, entender
y estar atento a las necesidades naturales del otro, o de los otros. El miedo,
por el contrario, es producto del riesgo o peligro al desprecio, a la
desconfianza o al destrozo.
Porque se teme que los
medios de construcción de un proyecto, que la estructura de construcción del
proyecto o que la consecuencia realizada por una pretensión sean destrozados,
acusados o despreciados, se declara la posesión de un dueño y se construye en
torno a ese miedo, una serie de justificativos socialmente llamados: “derechos
civiles”, enmarcados en un “código” protector
que lo declara humanamente válido. Humanamente puede ser declarada
válida la posesión, pero no se justifica ante la Naturaleza de sus compuestos.
El terreno pertenece a la naturaleza de la creación, no pierde esta condición
por ser declarado posesión de alguien.
Ese alguien se va con el tiempo dejando al terreno en su lugar.
Debemos aclarar las
diferencias entre pertenencia y posesión y llegar a la conclusión de que poseer
es antinatural, mientras que pertenecer es natural.
Lo que pertenece no
reduce, la posesión limita. La crítica social que se hace de los que tienen
mucho, no es por la cantidad. Mucho o poco son dos conceptos que no declaran
cuanto es mucho ni cuanto es poco. ¿Son muchos los goles que marcó Messi para
ganarse el balón de oro? ¿Son muchos los cuadros que pintó Picasso para lograr
el atractivo de ser el pintor más prolijo? ¿Son muchas las personas que reunía
Jesús para escuchar el evangelio? ¿Son muchos los ensayos que hizo Edison para
descubrir su ampolleta? ¿Qué es mucho o poco? ¿Son pocos los satélites que tiene
Júpiter, o las células del cuerpo humano? Lo poco o lo mucho no existen en lo
perfecto y la naturaleza es perfecta, entonces ¿Qué son poco o mucho? Solo son
adverbios de cantidad. Son solo apreciaciones humanas. Podemos decir que es
mucho lo que tienen, Bill Gates, Carlos
Slim, Warren Buffet, Bernard Arnault, o Larry Elison, pero quizá, cada uno de
ellos se sienta escaso con lo que tienen para sus futuros proyectos. Mucho o
poco son únicamente cantidades que no justifican por si solas la calidad del
que los posee. No por ser pobre en cantidad se justifica ser pobre también en
calidad. Aristóteles Onassis era un pobre de 17 años trasladado en barco a la
Argentina sin ninguna posesión, absolutamente pobre, pero la escasez en
cantidad, no justificó su calidad emprendedora, y al emprender el negocio del
tabaco, fue ampliando sus proyectos hasta realizar una fortuna.
Calidad y cantidad son
dos atribuciones distintas, lo mismo que posesión y pertenencia. Las posesiones
de Aristóteles Onassis, no le siguieron al cementerio, pero si crearon en él la
experiencia de pertenecerle en sus transformaciones. A Onassis le pertenecen
las experiencias de salir al paso vendiendo cigarrillos, o la restauración de
barcos o los matrimonios con Athina Livanos, Maria Callas o Jacqueline Kennedy.
Lo que pertenece sin
exclusión es la experiencia derivada de lo producido. Al gene le pertenece lo
generado, al creador lo creado, al poder lo apoderado, a la autoridad lo
autorizado.
La posesión excluye,
exceptúa, limita y reduce lo poseído a la voluntad del dueño. La posesión viola
el derecho natural de lo adquirido. Las cosas no se poseen, se transforman para
el beneficio de Todo. Aquello que beneficia siempre a todo, no perjudica nunca
a nadie.
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