ADOLESCENCIA (CARACTERIZACIONES) pequeña introducción
Los adolescentes se enfrentan a
tres cambios importantes: el social, el intelectual y el humano.
El social.- El individuo, al iniciar el proceso de su
adolescencia, comienza a descubrir las máximas necesidades globales y a asumir
su participación e interés en ellas; en
algunos casos, incluso responde al cumplimiento del deber de resolverlas. Y en paralelo, se identifica
individualizado, con identidad propia, al mismo tiempo que reconoce las
diferencias de los demás y las compara con el ideal social que va forjando su
capacidad de juicio y su sentido común.
El intelectual.- El adolescente
adquiere la consciencia del conocimiento verdadero sin ser necesaria la
certificación externa del padre, del maestro o del líder que se lo certifique.
En ese momento, el resto, ya no es imprescindible para asegurarse en sus
juicios o verdades.
El Humano Biológico y Psicológico.-
Biológicamente hablando, se identifica con el género al cual pertenece y siente
el atractivo por el género
complementario, o se identifica con el género opuesto y prefiere asociarse con su complemento de
género, según sea su orientación sexual y sus preferencias.
Psicológicamente,
adquiere el sentido de la globalización, de la Naturaleza Humana, o del ideal filosófico, religioso o político
que asume como deber social. La apertura a este macro-sistema, lo motiva y
estimula a ligarse en agrupaciones con una visión universal compartida.
Las caracterizaciones de los cambios humanos son:
La necesidad por
encontrar su propia identidad,
El interés por el
origen y sentido de su existencia y
La búsqueda de su
maduración.
La carencia de
estas tres interrogantes puede producirles crisis de identidad, crisis
existencial y crisis vocacional.
La fuerza que
motiva al encuentro con su propia identidad lo orienta hacia el descubrimiento
de su cultura, de su condición social, económica y humana. Esto hace, que se
produzcan con facilidad, roces de identidad con sus inmediatos diferentes,
porque sus diferencias no concuerdan con el Ideal de identidad que él o ella
labran y determinan ser el adecuado.
La curiosidad por
descubrir quién es, porque es distinto, no cabe duda pero no conoce aún con exactitud en qué se
distingue o en qué se asemejan y esto, les produce una serie de inseguridades
intelectuales, que en algunas ocasiones pueden limitarlos es su sociabilidad.
Al interesarse por
el descubrimiento de sí mismos, se olvidan de su Naturaleza Humana Compartida y
asumen que ese “si mismo” es algo resultante del estatus social, económico o
ideológico, por lo mismo, es fácil en esa etapa, encontrar respuestas como: “Yo
soy pobre y por eso no tengo las mismas oportunidades” o “Soy cristiano,
carpintero o torero” en lugar de ser Humano. Esto se debe a la ignorancia de la
identidad humana y ese es el factor que los declara adolescentes.
Adolecer del
completo conocimiento del biotipo humano natural, no es algo que se reduzca al periodo
de 7 años entre los 14 y 21, no. La ignorancia de la Naturaleza Humana puede
llevarse con uno toda la vida. Esa es la razón por la que existen tantas
dificultades para establecer correctas relaciones interpersonales. Si los mayores
de 21 conocieran todos, la Naturaleza Humana, sus fundamentos y su función,
estaríamos todos funcionando Humanamente.
El mayor problema
con el que se encuentra el joven adolescente es precisamente ese, que la
significación de su existencia es por cada humano, explicada en diferente modo
y eso los confunde y desconfían.
Cuando el joven es
advertido de no correr riesgos peligrosos y sus padres, maestros o líderes no
les explican las diferencias entre el riesgo y el peligro, lo que están
haciendo con los jóvenes, es destruirles el verdadero sentido de protección e
impedirles el dominio sobre el mismo.
El riesgo es una
probabilidad y el peligro es una situación de hecho. En el peligro existe la
posibilidad de un daño inmediato y en el riesgo existe la misma posibilidad
pero a futuro. Riesgo es la
contingencia de un daño.
A su vez, contingencia significa que el daño, en
cualquier momento puede materializarse o no hacerlo nunca. Riesgos corremos
todos los días y en cualquier lugar, pero no por eso los evitamos, el peligro
es otra cosa, es estar en las inmediaciones de sufrir un daño.
Al joven
adolescente es necesario permitirle que corra riesgos siempre y cuando sepa
discernir los peligros y operar ante estos con prudencia.
La adolescencia es
el periodo más intenso en esta categoría de arriesgarse. Pareciera ser que al
joven le atrae jugar con la cuerda floja.
Existen riesgos y
peligros emocionales, intelectuales y motivacionales. Los riesgos conductuales
de subir en bici, moto, o auto y
ponerlos a altas velocidades pueden causar accidentes graves que perfectamente
pueden desajustar la vida de las personas. Los riesgos intelectivos de
oposición de ideas contrarias, también pueden acabar con la vida de las
personas, por ideales políticos o religiosos han fallecido muchos, pero, los
riesgos y peligros afectivos son mucho más graves porque dañan, no solo la
vida, sino también la integridad espiritual de las familias. Una decepción
amorosa, una separación o un divorcio, duelen, no solo al que se divorcia,
también daña a los hijos, nietos, padres, suegros, cuñados, sobrinos. etc.
Una violación puede
trastornar a la violada para siempre. Por eso es necesario reconocer las
dimensiones del riesgo y también las del peligro.
La necesidad por encontrar la propia identidad.
Ante esta pregunta
debemos reflexionar sobre la posibilidad de que exista o no esa propia
identidad. ¿Cuál es la identidad propia de uno que nos hace diferentes al
resto? Nos hace diferente: nuestra apariencia física, nuestras experiencias,
nuestro conocimiento y nuestra sensibilidad emocional.
Veamos en qué somos
físicamente diferentes y en qué somos similares (utilizo el término similar,
porque la igualdad es una falacia imposible, no existe nada igual a lo otro)
Somos diferentes en la forma de la apariencia, en el color de la piel, tamaño y
forma de los ojos, nariz, orejas, boca, manos, pies, etc. Pero somos similares
en compartir la misma forma humana compuesta por cabeza tronco y extremidades.
Cada uno de los órganos humanos son similares a los del resto y diferentes en tamaño,
forma etc. Somos distintos en la cantidad y calidad de experiencias, pero somos
similares porque todos tenemos experiencias. Somos distintos en el conocimiento
de las razones, pero todos somos similares en la defensa de nuestras razones.
Somos distintos en las respuestas a las sensaciones, pero somos similares en el
sentir las sensaciones. Por lo mismo, debemos asumir que la Naturaleza Humana
es similar en todo humano y la identidad de cada humano, no es otra cosa que la
suma de experiencias, conocimientos y conductas entre humanos.
Si somos similares
en lo Humano, lo más importante a descubrir, no son las diferencias de forma y
tamaño, de cantidad o extensión, sino, aquellas similitudes que nos hacen
dignos de ser Humanos. Eso es lo que todo adolescente espera. Al adolescente no
le satisface la respuesta de: tú eres blanco y rubio y el otro es un roto negro
y eres mejor por ser blanco y rubio, eso no satisface a la inteligencia de
ningún adolescente, pero, lo que si le satisface es sentirse como todo ser
humano, capaz de madurar emocionalmente, intelectualmente y motivacionalmente y
si le explicamos cómo madurar el dominio de sus emociones, de su evaluación
juiciosa y del cumplimiento de sus deberes humanos, le evitamos una crisis de
identidad.
¿Cuál es la identidad humana?
¿En qué nos
diferenciamos del resto de las especies animales?
En el globo
terráqueo existen tres tipos de especies, las
sustancias compuestas por
moléculas, átomos o partículas, los vegetales y los animales. Todas y
cada una de ellas contienen una Naturaleza Directiva Inherente que los mueve en pro del cumplimiento de una
determinada función y un cuerpo o forma externa. En esa Naturaleza Directiva
Inherente, que podemos llamar también mente vegetativa o mente instintiva, existe una intención, una selección, y un
poder. Todo acto contiene intencionalidad, selectividad y poder. Los vegetales
nos muestran como buscan la luz, cuando algo se les interpone, los animales nos
muestran ser sensibles al afecto humano, o a la selección natural. En todo lo
creado existe alguna dosis de sensibilidad, de conocimiento y de voluntad.
La diferencia entre
la naturaleza instintiva y la Humana es que el instinto, responde
automáticamente ligado a sus facultades sin poderse individualizar de sus funciones,
mientras que la Naturaleza humana puede individualizarse y ejercer el domino
voluntario sobre sus instintos. De hecho, esa es la función que nos realiza
humanos. Al hombre sin control de sus instintos se le dice ser un animal.
Ese, es un aspecto
similar en cada humano, que nos identifica diferentes a otros reinos de la
Naturaleza. Otro aspecto, es el de las diferencias en sensibilidad,
inteligencia y dominio.
Emoción, es la
capacidad sensible que nos permite captar lo necesario y responder con lo
adecuado. Cuando sentimos frio, nos cubrimos, hambre, nos alimentamos, miedo,
nos protegemos. La respuesta a la necesidad es captada necesaria por la
sensibilidad emocional. Emoción, no es una sensación, la sensación es algo de
lo cual nadie puede sustraerse, pero la respuesta a dichas sensaciones si es
distinta en unos u otros. Por ejemplo, en Rusia, los Cristianos Ortodoxos celebran el 19 de
enero la Theofanía, introduciéndose desnudos en el agua de un lago o rio helado. Lógicamente sienten todos
frio, pero superando al instinto de protección que les alerta de la experiencia
de helarse se sumergen, porque piensan que eso les limpia su espíritu. La
sensación nos llega a todos, pero cada uno la asume y responde de forma
diferente. La emoción es una capacidad, la sensación es una reacción a alguna
situación extrema y el sentimiento es el recuerdo de una sensación al ser
comunicada. Los sentimientos solo se comparten cuando entre emisor y receptor
han tenido la misma sensación, de otro modo, no llegan a comunicarse en ese
plano sentimental.
Todas las especies
disponen de cierto grado de sensibilidad, todas captan lo necesario y responden
con lo adecuado, la diferencia entre ellas y nosotros es que las especies
captan lo necesario dentro del radio que les determina sus instintos y nosotros,
los humanos, disponemos de un radio infinito de sensibilidad. El humano capta
las necesidades ecológicas y humanas y se responsabiliza por solucionar
cualquier deficiencia. Los animales operan en orden por lo mismo, no tienen
necesidad de ordenarnos a nosotros los humanos, pero los humanos somos
responsables del orden, por lo mismo, debemos responder libre y voluntariamente
al cumplimiento del orden mundial, social y ecológico, pero no lo cumplimos,
por eso se nos hace necesaria una figura impositiva que por la fuerza obligue a
cumplir lo que voluntariamente no cumplimos. El adolescente reconoce esa
realidad.
Todo humano
saludable es sensible a las máximas necesidades válidas para todo. La expresión
“el mundo está loco” nos indica que alguien ha de saber cómo sería el mundo
sano. Y esa frase es popular. Muchos la repiten. Si muchos humanos saben que el
mundo está loco, deben de tener algún estándar del comportamiento decente.
La emoción humana
es por todos compartida y espera seamos todos capaces de captar las máximas
necesidades válidas para todo y que respondamos a su solución o
establecimiento.
El intelecto humano
también es distinto del intelecto del resto de las especies. A pesar de que
existen especies inteligentes, ninguna de ellas puede razonar juicios de valor,
ni definir lo que es verdad universal o absoluta. Los humanos disponemos de una
capacidad sensible que nos permite reconocer los juicios justos de todo lo que
nos interesa. Podemos llegar a descubrir nuestra identidad, origen y propósito
y además podemos enseñárselo a otros. Eso no ocurre en las especies naturales
porque no necesitan educarse. Todas y cada una de ellas cumple de forma
instintiva y automática su función vital.
Intelecto es la
capacidad sensible que nos permite reconocer el juicio justo de las cosas, y
para desarrollarlo, para disponer de buena memoria, debemos rechazar todo
aquello que carece de razón o juicio justo.
Todas las especies
se mueven, actúan y se reproducen, nosotros también. La voluntad del hombre es
en algunos casos, aparentemente inferior a la de los animales, porque nos
cansamos con más facilidad o desistimos antes que ellos, pero eso es solo en
algunos casos. Aunque nuestra
constitución muscular no sea tan fuerte como la de los gorilas por
ejemplo, si somos lo suficientemente perseverantes como para conquistar aquello
para lo que nos determinamos, de eso existen varios ejemplos de personas como
el pequeño Ghandi, que se enfrentó a los
métodos de guerra e impidió grandes enfrentamientos, o Napoleón, Hitler,
Stalin, Mao, Etc.
Lo más importante a
destacar en el caso del ser humano, es que dispone de libre voluntad, y que su
libertad, definida como capacidad de optar por lo que es siempre y para todo
válido, le permite responder voluntariamente al cumplimiento de la máxima
necesidad válida para todo, lo que se traduciría en aquel que beneficia siempre
a todos y que por lo mismo, no perjudica nunca a nadie. Esa es la
caracterización humana que nos distingue del resto de las especies.
Somos todos capaces
de responder libre y voluntariamente al cumplimiento del máximo beneficio
universal. Somos los únicos capaces de ordenar el cosmos, y eso incluye a todas
las especies.
Por lo tanto, ¿Cuál
es la Identidad Humana? Humano es el ser
capaz de captar las máximas necesidades válidas para todo, capaz de reconocer
las razones que declaran justa esa necesidad y capaz, de responder
voluntariamente al cumplimiento del máximo deber valido para la Naturaleza de
la Creación. Además de ser el conductor, director y gobernador de los instintos
de protección, mantenimiento y reproducción. Por no cumplir con esa
responsabilidad, se dice que el cerebro humano funciona a un porcentaje mínimo
de su potencial.
¿Cuál es el sentido de la existencia?
Esta es una enorme
interrogante en la conciencia del adolescente. ¿Qué pinto aquí? ¿Por qué existo
y para qué? Aquí es donde se destapan algunas actitudes de rechazo, acusación y
desconsuelo en los jóvenes. La respuesta más popular es que estamos aquí para
ser felices, pero en un mundo de inmaduros en la comprensión de la felicidad,
se pierde el sentido de lo que eso significa y el adolescente es un excelente
juez que analiza la situación y responde
con un: ¿Para ser felices…como tú? O ¿cómo el pobre que no tiene para
comer?
Todos sabemos que
existimos para ser felices, pero son pocos, muy pocos, los que facilitan serlo. Por eso es necesario explicarles en qué
consiste la felicidad y cómo conseguirla.
La felicidad es un
estado que consta de tres atribuciones: bienestar, justicia y plenitud. Aquí es
donde se les debe enseñar de donde proceden estos tres estados. Cuando se le
explica que para lograr la felicidad es necesario responder libre y
voluntariamente al cumplimiento del máximo deber necesario, que por ser válido
para todos no perjudica nunca a nadie, el adolescente puede en su intelecto,
comprender que si todos y cada uno de los humanos respondiera responsablemente al cumplimiento de ese
deber, disfrutaríamos todos y cada uno del derecho a ser feliz. Aquello que beneficia siempre a todo, no
perjudica nunca a nadie. Pero el drama existe en liberar a todos del egoísmo y
ponerlos a responder voluntariamente al cumplimiento del máximo deber
necesario.
Con esto
comprendido, los adolescentes sabrían que la falta de felicidad se deriva del
humano que irresponsablemente deja sin cumplir el deber de responder al máximo
deber necesario. Y comprendería también la razón por la que en la adolescencia
se adquiere ese sentido de responsabilidad que luego se va perdiendo al ver la
falta de cooperación en el resto de los humanos.
Si se le explica
bien al joven, que la labor o la función humana saludable, es la de responder
en todo caso, a ese cumplimiento del máximo deber necesario que por ser válido
para todo no perjudica nunca a nadie, el joven adquiere el sentido común de
cómo deberían comportarse los humanos. El otro tema que uno adquiere al
decirles o explicarles esto, es el de tener que responder a esa premisa. De no
hacerlo queda uno como hipócrita y eso es suficiente para que el joven abandone
su responsabilidad.
Esta verdad ha sido
intuida muchas veces por muchos líderes sociales, pero que no se atrevieron a
explicarla por el temor a ser tildados de insuficientes al ver que sus
decisiones no responderían a esas máximas necesarias.
Lo máximo necesario
es en primer lugar descubrir la Naturaleza Humana y la Naturaleza de la
Creación. El estudio y descubrimiento de la Naturaleza de la Creación nos
permite descubrir cuál es la Naturaleza Humana.
En la Creación se
dan ciertas constantes, por ejemplo, la dualidad en las posiciones necesarias
para crear. De la nada no se crea nada, por lo tanto, la creación exige de un creador y una obra
creada, pero para que la obra sea, ha de ser primero pretendida o
propuesta, estos tres aspectos,
proposición, creador y objeto creado posibilitan la consecuente realización del
objeto pretendido, cuya consecución,
advierte cuatro posiciones: 1-proposito, 2-sujeto, 3-objeto y
4-consecuencia. Entre estas cuatro posiciones reside el secreto de la
felicidad. Vamos a explicarlo.
Para que una
creación exista en consecuencia con lo pretendido, lo esperado ha de ser algo
que se declara necesario. Lo necesario beneficia, se ajusta y complace, por lo
mismo es necesario. Por lo tanto, la esperanza de todo lo creado es que
complazca. Si ampliamos esto al espectro humano, podría decirte sin temor a
equivocarse, que el origen del hombre fue la pretensión de que complazca a su
creador. Esto ni afirma ni niega la existencia de un anterior humano, en el
sentido morfológico, sino que determina o dictamina la existencia de un origen
que espera la consecución de una necesidad. Sobre cuál es esa necesidad no
vamos a entrar ahora en detalle porque
lo iremos descubriendo en el camino, pero si quiero dejar bien claro, que, ya
sea a nivel genético, a nivel humano o energético, existe una necesidad que
justifica la existencia humana. Toda existencia se justifica en la necesidad
que satisface y eso es cierto para cualquier acto. Se dice que existencia es
aquello capaz de ser evaluado y al valorarlo satisface.
Cuando el
adolescente comprende que su existencia está fundamentada en la necesidad de un
principio, podemos luego ir explicándole los pormenores de ese origen.
Decíamos hace un
momento que en estas cuatro posiciones exigidas en la creación existe contenido
el secreto de la felicidad y vamos a volver sobre el tema para aclarar
esto. El propósito necesario para crear
es en sí fáctico, viable, posible y esperado por el sujeto que lo pretende. Ya
partimos de una esperanza a ser feliz en el encuentro con lo creado. Quizá en
el caso de crear un instrumento para jugar, no proporcione tanta felicidad como
en el caso del nacimiento de un hijo, pero es una dosis de complacencia la que
se percibe en todo caso. Lógicamente la esperanza máxima es la de reproducir a
alguien similar, y en esa creación del hijo existen muchos momentos de
felicidad; desde su nacimiento hasta su matrimonio, pasando por su educación,
desarrollo saludable y unidad afectiva. Pero volvamos nuevamente a la mecánica
de la relación creativa. Si el propósito pretende la consecución de un bien
necesario en su creación, deberíamos entender que en todo lo pretendido existe
ese condimento, todo lo que creamos es determinado necesario y esperado que
complazca. Si afinamos o agudizamos un poco y volvemos sobre la dedición de
libertad nos damos cuenta de que libertad es la capacidad de optar por lo que
es considerado válido y nuestra libertad, no puede despegarse de esa máxima.
Por lo tanto, todo lo pretendido es
declarado en algún modo necesario. Si aplicamos esto a las relaciones humanas,
el sujeto que se dirige a otro por alguna razón que declara necesaria esa
relación, debería hacer que el otro le complazca en su respuesta, para eso el
sujeto ha de ser amable, ser sincero y ser responsable en su aproximación al
otro, para lo que considere o pretenda e él. Lógicamente cuando los dos
encuentran la complacencia compartida, la relación entre personas produce un
bien común.
Para que produzca
ese bien común, el sujeto ha de cumplir con la responsabilidad de beneficiar al
otro, de confiar y confiarse en el otro
y de unirse en el afecto con el otro. Aquí utilizo una palabra cuyo significado
debo compartir con usted. Afecto es, según yo lo entiendo, atender, entender y
estar atento a las necesidades del otro. Como ven, no tiene mucho del amor que
espera que el otro le responda, sino todo lo contrario, afecto en este caso,
asume la responsabilidad de entregarse por el bien del otro, independientemente
de cómo nos responda el otro. Pero para garantizar la buena respuesta del
contrario, el sujeto debe obrar responsablemente. ¿En qué consiste esta
responsabilidad? En tres requisitos fundamentales: El sujeto debe seducir con
afecto, atendiendo, entendiendo y estando atento a las necesidades del otro;
persuadir con la verdad. Al decir persuadir me refiero a no arrogar en el
conocimiento, ni tildar al otro de ignorante, sino a persuadirlo con el juicio
justo de la razón que justifica una verdad y por último, motivarlo con el
ejemplo de lo correcto.
Si analizamos los
rechazos de los demás o los que nos provocan a nosotros rechazar al otro, llegaremos a la conclusión
de que rechazamos al irresponsable que no cumple con el deber, eso es no
cumplir con la necesidad de motivarnos con el ejemplo de lo correcto. O lo
acusamos de su falsedad en cuyo caso, el otro no nos persuadió con el juicio
justo o, lo reclamamos por no atendernos, entendernos o estar atento a nuestras
necesidades. Estas tres son las razones del porqué reclamamos, acusamos o
rechazamos a los otros. Piénsenlo bien, porque no hay otras. Reclamamos,
acusamos o rechazamos, de uno u otro modo, las insuficiencias o los excesos del
resto.
Ahora que hemos
explicado que el sujeto debe seducir con afecto, persuadir con verdad y motivar
con el ejemplo de lo correcto, lógicamente podemos asumir que el atendido,
entendido y motivado respondería con algún bien a nuestra entrega, ya sea con
amabilidad, con confianza o con unidad.
Ahora vamos a
responder al adolescente, por qué razón le resulta tan increíble el hecho de
que nuestra existencia se justifique en la razón de ser felices. La verdadera
razón del ser humano es ser feliz, pero para lograrlo, cada uno de nosotros ha
de ejercer el dominio sobre la dinámica de las relaciones humanas.
Ha de entregarse siempre al otro atendiéndolo,
entendiéndolo y estando atento a sus necesidades fundamentales, no a las
necesidades egoístas y enfermizas del otro.
Para ejercer ese control sobre la dinámica de las relaciones, el
adolescente ha de entrenarse en el control y dominio sobre el celo y en el
control y dominio sobre los instintos.
Vamos a profundizar un poco en esto.
Celo es el servidor
custodio de la unidad, me explico. Se sienten celos cuando algo o alguien
atenta contra algo o alguien que nos pertenece, esto es fácil de comprender. Si
alguien se acerca a mi mujer con la actitud de quitármela, se despierta en mí
una tensión que me motiva a protegerla. Hay dos formas para hacer eso: una es
acercarme a ella y atenderla, entenderla y estar atento a sus necesidades,
persuadiéndola con razones justas y motivándola con el ejemplo de mi
disposición a confiar en ella, a atenderla y a responder a sus necesidades y
otra, la más popular, es la de rechazar al tentador y enfrascarme en una pelea
con él. El celo es un protector custodio de la unidad pero en sus extremos se
transforma en recelo. El recelo reclama, acusa y rechaza, el celo por el
contrario, une, confía y responde con atención. Por eso decimos que los
“calugas” son celosos y llamamos también
celosos a los violentos que rechazan la proximidad del que amenaza su unidad.
Como veis, existen dos extremos del celo, el sobre protector y el indiferente.
El celo debe ser controlado dentro de la
unidad y cuando produce tensión por algún motivo, es necesario reconducirlo a
la unidad. El adolescente ha de ejercer el dominio del celo, ejercitando las
virtudes de la prudencia, firmeza y templanza. Las virtudes también son
servidores custodios. La prudencia es el servidor custodio de la opción válida.
Nos ayuda a discernir de entre lo bueno lo mejor. La templanza es el servidor
custodio de las diferencias. Nos ayuda frente a alguien o algo distinto a lo
que esperábamos, y la firmeza es el servidor custodio del cumplimiento del
deber, es el custodio del proceso de consecución de lo pretendido o propuesto.
El joven
adolescente que se ejercita en la prudencia, firmeza y templanza puede llegar a
controlar el celo y sobre esa condición, debe asumir la actitud de dominio
sobre los instintos de protección, de mantenimiento y de reproducción. Vamos a
explicar en qué consisten.
El instinto de protección, alerta
frente al peligro con una dosis de ansiedad y otra de angustia. Ansía librarse
del daño y se angustia frente a lo insoluble. Cuando espera algo en extremo, se
ansía por conseguirlo y esa conducta es extrema, fuerza su consecución con una
dosis de prepotencia o egoísmo y en el caso de sentirse incapaz de conseguir lo
que pretende, se angustia al verse incapaz de conseguirlo. Estas dos conductas
se dan frente a la protección del instinto que nos advierte del posible daño o
dolor y que, por otro lado, nos declara en situación de riesgo a no lograr lo
deseado. Por ejemplo, un joven que se prepara sobre el slackline a mantener el
equilibrio, siente ansiedad por conseguirlo, pero cuando va perdiendo el
equilibrio, su instinto de protección lo alarma con una tensión, entre la
ansiedad de quererse mantener en la vertical y la angustia que aparece en el
momento de perder la vertical. La angustia o la ansiedad son dos componentes
del miedo que deben ser controlados por el adolescente.
El instinto de conservación,
alerta frente a las necesidades biológicas alimenticias o de descanso y
ejercicio. Cuando faltan nutrientes, nos da hambre y cuando estamos cansados
nos da sueño. El sueño y el hambre también deben ser controlados porque en sus
extremos podemos padecer tanto de bulimia como de anorexia y en el caso del
descanso, en su desorden, también puede
llevarse al extremo de causar un trastorno de sueño. El adolescente ha de ejercitarse en el
control y dominio sobre las rutinas alimenticias y la calidad de sus alimentos,
así como sobre la rutina del descanso y del ejercicio.
El instinto reproductivo es el más
delicado y difícil de controlar. El instinto reproductor es el custodio de la
permanencia de la especie humana. Es el responsable de la herencia y de la
similitud entre humanos. Del instinto reproductivo dependemos todos y en él nos
encontramos todos con las similitudes humanas. La esperanza del instinto
reproductor es la realización del ser humano y para ser humano es necesario que
su potencial genético sea saludable. El ser humano contiene una dualidad
especial, por un lado, existe el animal humano instintivo y en paralelo a esto,
existe la condición humana caracterizada por el control y dominio de los
extremos en exceso o en carencias.
El instinto
reproductor nos impulsa al ejercicio reproductivo, cuando aún nuestra
conciencia de la reproducción no dispone del conocimiento de su función. Uno
podría preguntarse ¿Por qué ocurre de ese modo? ¿Por qué se siente el apetito,
antes de entender a qué razón satisface ese apetito? Por una razón muy sencilla,
pero que ha sido un misterio a lo largo de la historia.
El hombre es un ser
responsable. Y ¿eso qué significa? Que debe responder al cumplimiento del deber
por su propia voluntad. El deber reproductivo ha de responder a la razón que lo
justifica necesario y en la reproducción se juntan muchas cosas, lo afectivo,
lo cognitivo y lo responsable. Para que el encuentro reproductor sea
responsable ha de beneficiar a todo.
Como antes
mencionamos, el hombre maduro es aquel que responde siempre al cumplimiento del
máximo deber necesario y porque beneficia en ello siempre a todo, no perjudica
nunca a nadie. Para que el funcionar reproductivo sea siempre y para todos
válido ha de beneficiar a todos los miembros de la familia, a los padres a los
esposos y a los hijos. ¿Cómo se logra esto?
Es curioso que tradicionalmente en los
matrimonios existan los padrinos ante un juez o un cura. ¿Por qué se realizan
de este modo? Claro que existen otros modos, pero en nuestra cultura se da esta
situación. Los padrinos o los padres del novio y los de la novia, están
presentes en la ceremonia, supuestamente para asumir que están de acuerdo con
la unión del matrimonio. Yo no sé de qué manera se casaron Adán y Eva, pero si
he leído que no lo hicieron sobre el acuerdo del que los originó y en esa
unión, “sus padres”, se sintieron hasta el extremo de desearles la muerte. He pensado mucho en eso y creo que si alguno
de mis hijos me desconectara de sus vínculos afectivos me sentiría muy
despreciado. No podemos negar que esto ocurre en multitud de familias a lo
largo del planeta, pero tampoco podemos negar la falta de confianza que se
deriva de ese hecho. Veamos algunos ejemplos para que nos quede en claro el
cómo debería de ser, viendo las consecuencias del cómo no funciona.
El ejemplo más
claro es el de la violación. La violación de una joven trastorna al grupo
familiar por completo, hasta el extremo de ser penada judicialmente. O el
ejemplo del acto reproductor prematuro. ¿Cómo se sienten los padres de dos
adolescentes sin recursos, sin criterio y sin la madurez en el control y dominio
de las virtudes de la prudencia, firmeza y templanza, cuando aparecen en la
casa pidiendo que les paguen la clínica o los pañales del embarazo prematuro?
Tal vez algunos piensen que no hay nada malo en eso, seguramente eso lo dicen
los que disponen de recursos económicos, intelectuales o de responsabilidad, pero ¿y en
el caso de no disponer de ellos? Legalmente en nuestras constituciones
occidentales se es mayor de edad a una determinada edad y sobre esa edad, se
asume la responsabilidad de los actos de cada uno, pero independientemente de
lo legal constitucional, existe lo legal humano que nos dice que, todo humano
tiene derecho a la felicidad y el matrimonio prematuro o la reproducción
prematura afecta a la felicidad de los padres, de los cónyuges y de los hijos.
El adolescente debe hacerse responsable por todos ellos antes de caer en el
apetito inter-genital prematuro. La familia es el núcleo gestor no solo del
gene, también lo es de la integridad humana. Una familia integra no es una
familia monoparental, ni una familia disfuncional, desvinculada, desconfiada o
inmadura en la responsabilidad de responder todos al bien común familiar.
Para que el
adolescente pueda establecer una correcta relación reproductiva, ha de madurar
antes en el control y dominio del celo y los instintos. Y el dominio del
instinto reproductor se establece cuando el acto beneficia a todos los
involucrados. Se tiene la tendencia a pensar que la reproducción es únicamente
entre dos, que eso no afecta a nadie más que a los dos que la establecen, pero
en realidad, afecta a 7 personas, a los padres del marido, a los padres de la
esposa y al producto resultante de la relación. Por la unidad en el afecto, en
la confianza y en la tradición de todos ellos, el sembrador es responsable.
Esto deben tenerlo muy claro todos los adolescentes, para que puedan asumirlo.
Esa es la principal orientación de la Educación.
La familia no es
una asociación económica o profesional, la familia es una sociedad vincular.
Vínculo no es un enlace temporal, es la unidad en la confianza que responde en
todo a las necesidades máximas familiares. La máxima necesidad familiar es la
unidad en la pureza e integridad de todos sus componentes.
Hemos visto ya la
caracterización de la persona madura y nos hemos dado cuenta de lo distantes
que estamos de esa Naturaleza, a la que denominamos Humana. La razón por la que nos resulta tan
complicado educar a nuestros adolescentes es porque socialmente, estamos
divididos en la comprensión de la Naturaleza Humana. Todavía hay quienes
piensan que la realización del hombre se encuentra en el ejercicio de una
profesión exitosa, como si el éxito fuese una cualidad permanente en la
historia. Y como si del éxito se desprendieran las virtudes y el control de los
extremos. Y cuando analizamos las vidas de los exitosos, la mayoría de ellos ha
logrado el éxito sacrificando a sus familiares.
Para terminar con
el tema, decimos que el sentido de la vida es ser feliz y es imposible ser
feliz en un medio en el que los familiares no lo son. La felicidad máxima se
desprende del vínculo filio-paternal, fraterno-conyugal y paterno-filial
maduros en la unidad, en la confianza y en la tradición normada de la
Naturaleza Humana. Si alguien sabe de alguna felicidad mayor que la que se
desprende de una familia constituida en el dominio del celo y los instintos y
en donde, reina la unidad en el efecto, en el criterio y en las conductas
ejemplares Naturales, que venga y me diga cómo y humildemente rectificaré mi
pensamiento. Pero en lo que llevo de vida, no encuentro felicidad superior a
esa que imagino. No puedo decir que disfruto de ella porque aún no lo consigo, pero es mi visión y sigo
perseverando en ello.
Creo que hemos
resuelto los temas del qué somos y a donde vamos, aún nos queda por descubrir de dónde venimos.
¿De dónde venimos?
Esta es otra gran
interrogante en la conciencia de los adolescentes, muchos de ellos desisten de
indagar porque encuentran demasiadas incongruencias.
La idea de un dios
originario es muy difícil de demostrar por la sencilla razón de que a ese dios,
se le asume la caracterización de ser misterio. Misterio es algo desconocido, y
declaramos a ese dios, no solo desconocido, sino además incomprensible, porque
es tan, pero tan grande o tan poderoso o tan justo que nuestra limitada inteligencia es incapaz
de comprender. Bueno, quien lo quiera
creer de ese modo, bien para él, y quienes quieran investigar en algún tipo de
raciocinio que nos acerque a Su Naturaleza, pues que me acompañe un rato y
veremos a donde llegamos.
Lo que no cabe duda
es que el humano es un ser creado. Yo soy fruto de una dualidad
paterno-materna, tu eres fruto de otra dualidad materno-paterna, mis padres,
abuelos y tatarabuelos fueron fruto de la misma dualidad paterno-maternal, lo
que nos indica que el origen no pudo ser únicamente uno, sino dos, o dos en
uno, todavía no llegamos al misterio. Son muchos los ejemplos de esta
misteriosa dualidad. Pero quedémonos un momento con la primera idea: “somos
seres creados”.
Todas las especies
son seres creados. En toda creación existen cuatro posiciones: causa y
consecuencia sujeto y objeto. Nosotros, desde la posición de consecuencia,
debemos descubrir la causa que nos originó. Pero resulta que esa causa no se
manifiesta en forma corpórea ni podemos comunicarnos con ella por celular y
preguntarle cómo nos hizo. Esa causa, por la lógica del principio de causa y
efecto, ha de existir. Si toda causa es a su efecto, así como el efecto
responde a la naturaleza de su causal originaria, lógicamente si somos efecto
resultante ha de existir una causa originaria, el tema es cómo reconocerla o
descubrirla, pero sigamos indagando.
La forma
tradicional utilizada por la ciencia para descubrir las causas de los objetos
es mediante el estudio de las características constantes que estos manifiestan.
Vamos a ver cuáles son las constantes de la Naturaleza para de ese modo,
deducir las facultades que originaron dichas constantes.
En todas las
especies se establecen dos dualidades
características, por un lado, todas las especies ya sean partículas, átomos,
moléculas, vegetales animales y el hombre, contienen una naturaleza directiva
inherente, mente vegetal, instinto o conciencia que las dirige y todas ellas
contienen un cuerpo, forma o morfología que las identifica. Si en todas las
especies existe esta constante de funcionalidad y objeto que funciona, o
pongámoslo de otro modo, si en todas las especies existe una mente y un cuerpo,
es lógico deducir que en el origen causal de dichas especies, ha de existir
también una Naturaleza funcional y una estructura que funciona, de no ser así
no haría sido capaz de crear.
Por otro lado,
existe en todas las especies una condición dual masculina o femenina, macho y
hembra, pistilo y estambre, catión y anión o positivo y negativo. Si en la
naturaleza de todo lo creado existe esta dualidad, es lógico pensar que, en la
naturaleza de la causa originaria, han de existir también las condiciones de
positividad y negatividad o masculinidad y femineidad. Lo sorprendente de estas
dos dualidades, mente y cuerpo y masculino y femenino, es que en ambos casos
están llamadas a unirse. La mente dirige al cuerpo que responde a sus
intenciones y lo masculino y femenino, mutuamente se atraen y buscan la unidad.
A esa fuerza existente que une se le denomina “amor” “verdad”, “bondad”. No
importa el término, lo que importa es su existencia y porque existe en la
fusión de todo lo creado, debe ser parte integrante de la causal originaria. Si
el Origen es en sí mismo “unidad” “justicia” y “bondad”, estamos refiriéndonos a
tres palabra con una significación dual.
La unidad no es singular es plural, así como el amor, la justicia o el
bienestar. Uno se siente bien por algo o con algo, se sabe justo en la ley y se
ama a alguien. Estas palabras, significan que para hacerse meritorio de su
significado, el origen ha de establecerse bueno, justo o unido con algo.
Antes de
preguntarnos con qué algo o con quien se puede establecer esa unidad,
analicemos un poco la naturaleza creativa en sí misma.
Al crear el creador
se entrega voluntariamente por la necesidad que lo motiva a crear. Acabamos de
decir algo muy importante, el creador no se reduce a hacer lo que él quiere,
sino que se entrega a la satisfacción de la necesidad. Por ejemplo, es tarde ya
y estoy cansado de haber estado escribiendo todo el día y siento hambre. El
hambre me motiva a alimentarme pero yo no he creado el hambre, sin embargo, es
una necesidad que me motiva a buscar algún tipo de alimento, el alimento lo
elijo yo, pero la necesidad no la he creado yo. Otro aspecto es el de negarse
por la necesidad. Yo continuaría escribiendo pero la necesidad me impide seguir
en ello y niego mi propio deseo, por el cumplimiento de la necesidad de
alimentarme. Esto es un ejemplo para entender la naturaleza creadora. La
Naturaleza de la Creación es incondicional, autónoma y responsable al mismo
tiempo, porque responde siempre al cumplimiento de lo necesario, esto se
declara en todo acto creado.
Y ¿con qué algo puede sentirse válido un
origen responsable, autónomo y paternal o incondicional?
De entre todas las
especies, es el hombre el único capaz de responsabilizarse por la totalidad de
las especies, el único capaz de
reconocer las razones que justifican a todas las especies, incluso a la
creación entera y es el único sensible con el potencial de captar y responder
incondicionalmente al beneficio natural.
Estas condiciones de ser capaz de sentir como un padre gestor, de ser
capaz de reconocer la naturaleza de la creación y de ser capaz de cumplir
responsablemente con el deber de ser maduro en el amor, en la verdad y en la
bondad, nos pone a todos en la posición de receptores de los valores absolutos
de plenitud justicia y cumplimiento del máximo deber. Nos pone en igualdad de
condiciones con las condiciones de la naturaleza creadora de las especies
naturales. Por lo mismo, podríamos declararnos hijos del origen. Pero ¿cómo es
ese Origen? Empecemos descartando cómo no es.
No puede ser morfológicamente limitado por una forma concreta, puesto
que el universo es demasiado amplio como para reducirse en un lugar del espacio
o en un momento del tiempo. Sobre todo, cuando comprendemos que tiempo es la
distancia entre una causa y su efecto y espacio es la distancia entre un sujeto
y un objeto. No puede estar entre dos extremos de una totalidad creada por su
naturaleza. Tampoco puede reducirse a lo relativo cuando su caracterización es
absoluta. No puede juzgar, porque al ocupar la posición de juez se está
independizando de la ley y si es siempre justo lo siempre justo no tiene otra
alternativa que ser justo y en eso, no
existe juicio alguno. No puede castigar, la visión de un dios castigador es un
absurdo, la Naturaleza no castiga nunca. El castigo no educa, no orienta, no
ajusta. El castigo es solo un error humano.
Bueno, ya hemos
visto algunas condiciones que no existen en el Origen Causal de la creación. Lo
que sí existe en ese origen, es un
inmenso poder o energía porque todo lo vivo existe en movimiento y
transformación constante y la energía, ni se crea ni se destruye, se
transforma, por lo tanto es eterna, es incambiable y existe siempre en todo,
luego, es absoluta. En esa condición absoluta existe contenida la naturaleza
creativa.
Todo acto contiene
intencionalidad, selectividad y poder, derivados de la Primera Energía
Universal u Origen Creador. El origen de
la Creación es energía, pero no solo es energía en el sentido de ser fuerza,
presión o empuje sin ningún otro atributo que el de su poder, no. La Energía a
la que me refiero es un poder director y
dirigido hacia el cumplimiento de la razón que justifica su existir. La Energía
existe en un ambiente dual interconectado
cuya propuesta y pretensión es la conectividad. En esa conectividad
exige al hombre su respuesta voluntaria al cumplimiento del máximo deber
necesario que lo califique y justifique maduro en el afecto, en el juicio justo
y en el cumplimiento de su deber de ser autentico, maduro y verdadero.
La esperanza del
Origen Creador es nuestra esperanza humana, es la esperanza de la especie, no
solo de la humana sino de todas las especies. En esta lógica se entiende que
Dios existe en todo, que es uno con lo humano porque espera su desarrollo y
maduración en los aspectos similares de responsabilidad, autonomía y libertad y
que es consciente de esa esperanza a la espera, de que cada individuo adquiera
en paralelo su grado de consciencia decente.
Este Origen,
sensible inteligente y creativo, consciente de la normalidad y normado a sí
mismo en ella, es nuestro Padre espiritual y natural. No es el padre natural
biológico, pero si es el padre espiritual consciente de nuestra semejanza vincular. No es materia, pero si es
energía. No es el amor, pero es un constante atractivo. No es la verdad, pero
es el ajuste de todo juicio. No es la bondad, pero, todo deber quiere cumplirse en El.
Creo que, una vez comprendido esto, podemos
decir que tenemos claro de dónde venimos, qué somos y a dónde vamos. Cuando el
adolescente comprende esto y asume el compromiso de ejercitarse en las
conductas de dominio, podemos afirmar que hemos educado al adolescente.
Las dificultades de
la adolescencia se derivan del descontrol del celo y los instintos, por eso,
desde la posición de Padres, maestros y Lideres, debemos orientar, educar y ser
ejemplares en el dominio de las virtudes, del celo y los instintos, para que al
imitarnos, los adolescentes se aseguren un futuro normado en la Normalidad
Humana Natural.
Esta introducción
es la antesala del desarrollo de los factores que a continuación expongo. El
ensayo consta de 4 libros en los que declaro aspectos de importancia para
todos, no solo para los adolescentes, pero como antes mencioné, adolescente es
todo aquel carente del conocimiento de la Naturaleza Humana y su función, y
existen muchos “adultos” que aún ignoran dicha Naturaleza y que luego de
comprenderla podrán asumir la responsabilidad de realizarse y madurar en ella.
Les invito a continuar en el estudio.
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