LA COMPOSICIÓN EN
LAS ARTES PLÁSTICAS II por Martín Soria
Componer una
imagen, no es tarea fácil. Sobre todo cuando pretendes expresar algo legible
con dicha imagen. Entiéndase que expresar algo legible implica que el “otro”
–el que observa la imagen-, reconoce en ella exactamente lo que se pretende decir. Aquí no vale el “achunte” o
el esperar a ver qué interpreta el “otro” para –justificar- la imagen. ¡No!
La
expresión, es para ser recibida y no para ser únicamente expuesta. Bajo este punto
de vista la expresión debe componerse.
Del
mismo modo que un sonido sin orden es sólo un ruido, así también unos colores
sin orden, no pasan de ser más que pintura. En la comunicación hay algo más que
ruidos y colores. La comunicación exige recognición, por eso, cuando decimos
una palabra que contiene varios ruidos ordenados y reconocibles, podemos
comunicarnos. Pero no podemos entender aquellos ruidos que no reconocemos, por
muy agudos o graves que estos ruidos sean. Tampoco podemos entender un gráfico
que no reconocemos, por muy gráfico y seguro que sea el trazo. Para
comunicarnos es preciso de la recognición.
Si visitamos las grandes pinacotecas
europeas, podemos ver al guía que nos explica el simbolismo de las imágenes y
después de reconocer la intención del autor al representar dichas imágenes,
disfrutamos hallando aspectos de interés en el cuadro. Ese simbolismo, no es ni
más ni menos que el aspecto contenedor del interés que dota al trabajo de
valor.
Si por el contrario, se nos exponen unas
manchas de color lúdicas, casuales y sin ningún contenido intencional más allá
del mero gesto gratuito y espontáneo, la reacción lógica de quien espera algún
elemento de interés en el cuadro o algún elemento de valor, se sienta frustrado
e insatisfecho y por lo tanto, desista del intento de extraer algo que por
lógica contiene la mínima expresión gestual.
La reiteración de estos trabajos, está
causando el desinterés por la pintura incomprensible.
mientras que la palabra, es una composición
ordenada de sonidos (ruidos) en función de expresar algo, por ejemplo ¡hola! Un
saludo; así también en la expresión plástica, podemos utilizar colores sin
ningún orden, a lo que podríamos llamar –pintura- o, podemos ordenar una
composición con diversos tonos, matices y gráficos, de manera que la imagen se
reconozca como la plenitud del amanecer, a lo que llamaríamos obra de arte.
Sin recognición no
puede existir comunicación alguna posible. Para reconocer es necesario de una
base correlativa entre el que emite y el que retribuye. Todo acto contiene
intencionalidad y significación, pero cuando el receptor no reconoce el
significado de la intencionalidad, la comunicación no se establece. Esta es una
de las razones por las cuales es necesario componer las imágenes en la pintura.
La pintura por sí sola no basta para comunicarse, del mismo modo que no basta
con el ruido para conversar. Para establecer una comunicación entre artista y
apreciador, el autor ha de ofrecer al observador un contenido legible, un
contenido compuesto.
¿Cuál es el sentido
de la composición?
La composición
abarca aspectos múltiples que van desde el ordenamiento de los espacios,
proporciones y posiciones, pasando por el ordenamiento tonal, cromático o
focal, hasta la presentación del léxico conceptual intencional.
La composición de la idea –concepto- o
intención, implica dificultades específicas, para lo cuál, es evidente que el
artista, debe contener las habilidades precisas. La habilidad del raciocinio
comparativo, la asimilación y asociación
de significados en pro del significado prioritario. La selectividad del
material virtual mental, en función del proyecto a expresar. La habilidad de
profundizar en el encuentro con lo universal, con lo atemporal, con lo
permanente. La habilidad de dominio sobre la prudencia, fortaleza y templanza,
necesarias en la opción de la alternativa válida, todas estas habilidades son
necesarias
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