- LA VIRTUD ___________________________________
Por Martín Soria
Virtud es el
servidor custodio de la unidad. Todo lo que nos sirve para conseguir el logro
de la unidad es virtud. Se dice que no hay virtud sin trabajo, debe ser porque
toda virtud sirve y ofrece su potencia
al servicio de la completación del acto. ¿Qué tiene que ver la virtud con el
arte? Todo. Precisamente es el arte, cuando se comprende como profesión, la
actividad que más virtudes manifiesta en su ejercicio.
Para conocer la
virtud hay que experimentarla. No basta con observarla en otro, esa virtud no
vale, hasta que no se realiza en uno. No basta con entender intelectualmente a
la virtud, hay que establecerla. Virtud es todo servidor que opera en pro de la
consecución del logro que es siempre y para todos válido.
Arte es la
actividad emocional de crear y de apreciar belleza. Tanto del crear, como del
apreciar, se desprenden virtudes. El artista es por excelencia un
virtuoso del dominio.
En la consecución de cualquier logro
intervienen, la intención, el sujeto y el objeto, durante un proceso en tiempo
y satisfaciendo unas funciones específicas.
Para satisfacer estas funciones, se precisa
de unidad con la intención y unidad con el objeto a realizar, durante el
proceso completo de su desarrollo. El objeto considerado válido es aquel que
satisface al sujeto, para eso ha de estar completo, o ser cumplido, o
reconocerlo en el estado en el que esté como suficiente y concordante con la
necesidad del sujeto.
Para establecer la
unidad con la intención se necesita de lealtad y de obediencia
completa a la intención. Pero debemos comprobar que la intención a realizar sea
válida, para eso existen las virtudes.
La prudencia nos permite,
no precipitarnos en la elección y optar por la alternativa válida. Pero para
saber si es o no es válida, debemos discernir, analizando las prioridades para
optar por la optima e inmediata. El discernimiento es otra
virtud, así como la paciencia utilizada al discernir.
Una vez optada la
alternativa válida, se precisa de fe en la factibilidad de
su consecución, la posibilidad fáctica de la consecución, genera esperanza
en el logro; fe y esperanza son virtudes. La esperanza en el logro de la
intención, sea esta cualquiera, produce diligencia para conseguirla. Diligencia
proviene del latín di ligio, de unir. La
diligencia pretende unir a la intención con el logro,
mediante la unión entre sujeto y objeto. Diligencia es otra virtud. Ser
diligente no basta para completar el recorrido entero del proceso de desarrollo
de la intención, para eso es necesario de fortaleza, perseverancia
y laboriosidad, además de concentración y
determinación, todas estas son virtudes al servicio de la unidad.
En el proceso encontramos numerosas diferencias
con el objeto. Para superar estas diferencias es preciso de templanza.
Templanza no es tolerancia. Tolerar es permitir, mientras que ser templado es
ser flexible frente a las diferencias pero al mismo tiempo, incambiable
en la visión y en el cumplimiento del proceso para conseguirlo. La templanza
repetida transforma a la persona en sufrida, sufrido es
distinto de sufriente. Sufriente es el que se queja porque sufre con las
diferencias, mientras que el sufrido es el que absorbe el sufrimiento sin quejarse.
Al darse por el
beneficio del objeto intencional se hace uso de caridad, y
al entregarse al beneficio del propósito intencional se hace uso de piedad,
ambas son virtudes al servicio de la unidad. La fortaleza perseverante en el
desarrollo de la consecución del logro, produce resistencia a las dificultades,
a las diferencias, a lo opuesto. La resistencia o
capacidad de asumir dificultades, también es una virtud.
¿En pro de qué
opera el servicio de las virtudes? En pro de la unidad con la intención que se
desee lograr. La completación del logro,
complace, hace sentir bien. Se entiende como válido aquello completamente
satisfecho. Valor es la cualidad que satisface. Satisface lo auténtico, lo
confiable, lo completo. Por lo tanto la virtud opera al servicio del valor.
Cando la virtud sirve al cumplimiento de lo que es siempre y para todo válido,
encuentra en ese acto su verdadera identidad, al ser reconocida la virtud como
válida. Pero la virtud no basta para ser auténtico.
Para ser auténtico hay que ser autónomo. (auto
= “uno”, nomo = “ley”, uno con la ley). Todo lo creado opera en función de la
similitud con su Causa Originaria. La Causa Originaria
es Absoluta, por lo tanto es ley. Es ley porque es siempre y para todo válido
(Logos). Pero también es unidad de las dualidades causa efecto y sujeto objeto.
Es decir es unidad padre e hijo y hombre
y mujer. La creación adquiere autonomía en el cumplimiento de la unidad causa
efecto y sujeto objeto. Todos los seres creados, constituyen su estado de
maduración, en el momento en que establecen la unidad entre propósito y
cumplimiento, mediante la unidad entre macho y hembra en el caso de los
animales; en el caso de las plantas se establecen como maduras cuando se
realiza la unidad entre propósito y su cumplimiento, mediante la unidad entre
estambre y pistilo; y en el caso de los minerales, se puede decir que se
establecen, mediante la unidad entre su propósito y su cumplimiento, por medio
de la unidad, entre sus caracteres de positividad y negatividad (catión anión). Toda la creación expresa su
maduración en la unidad vertical padre e hijo, intención y consecuencia o
propósito y su cumplimiento, y como todos sabemos para establecer esa unidad es
necesario, unir anteriormente las
diferencias masculinas, con las femeninas de la creación. A esta norma
inmanente en la creación se le conoce con el nombre de ley de similitud, puesto
que en la unidad vertical entre propósito y consecuencia, se establece la
similitud en la tradición con la causa originaria, pero además, se establece la
similitud entre las funciones masculinas y femeninas que establecen la unidad.
Similitud en este caso, depositada en la necesidad de crear especie. Toda
especie por lo tanto, es fruto y consecuencia de la ley de similitud. Similitud
que en la fusión completa califica al individuo como autónomo.
La virtud opera como servidor custodio, como
guardián del proceso funcional de los valores. Valor es la cualidad contenida
en el objeto, que satisface la necesidad del sujeto. Necesidad es algo que debemos
entender en la percepción y comprensión del valor. La necesidad es una
condición a la cual es imposible sustraerse, es diferente del deseo en tanto
que el deseo puede ser relegado, postergado o suprimido. La necesidad no solo
es ineludible, además está ligada indivisiblemente con el valor. La necesidad
obliga al encuentro con lo que es válido. ¿Qué es válido para el ser humano?
Todo aquello que le satisface en el aspecto moral, ético o estético. Y ¿qué
sería aquello que le garantiza que su satisfacción es verdadera? La similitud
con lo absoluto. ¿Cuáles son los valores Absolutos? Aquellos que no tienen
valor superior al ser siempre y para todos válido, por ejemplo: No hay mayor
placer que el estado de plenitud. Al sentirse pleno, no se puede admitir nada
superior. Ese estado de plenitud es un valor absoluto. Todo lo creado espera su
plenitud en la maduración completa. No hay mayor razón que sea más verdad que la Ley. Lo que es ley (no lo
que el hombre denomina como ley, sino lo que “es” ley) es siempre y para todos
válido y no tiene razón superior, por lo tanto es un valor absoluto. Y no Hay
nivel de realización superior a lo completo, a lo maduro, a lo perfecto. Por lo
tanto decimos que lo cumplido o lo perfecto es un valor absoluto. Plenitud,
autonomía y completación son los valores absolutos paradigmáticos de la
conciencia humana original. El pecado original supuso la ignorancia de estos
valores y por lo mismo, la ausencia de su realización en la especie humana.
Tanto el artista como el hombre en general ha de enfocar su dirección creativa
hacia el encuentro con los valores de plenitud, autonomía y responsabilidad.
Para hacerse similar a la Conciencia Absoluta Originaria, que lo intencionó
para ser auténtico, mediante el logro del establecimiento de estos valores
absolutos, en la familia humana.
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